AMIRA.
UNOS MESES ANTES.
Camino sin rumbo fijo, con el corazón latiendo fuertemente en mi pecho. No suelo ser una chica que sale mucho prefiero estar bajo las sombras de mi habitación o bajo la oscuridad y soledad de la biblioteca mientras leo un libro que estar rodeada de gente. Pero momentos como estos en donde me veo obligada a salir de mis confines es cuando mi madre saca de quicio mi pobre alma perturbada.
Dicen que las madres brindan apoyo incondicional, que te aman sobre todas las cosas y ponen a sus hijos por encima de sus propios deseos, mi madre es todo lo contrario.
Es una mujer manipuladora, odiosa, estresante, posee un don para sacar de quicio a cualquiera que la conoce, puede que bajo sus túnicas de ceda y oro se encuentre una digna esposa árabe criada para hacer feliz a su marido y buscar bonitas esposas a sus hijos, pero a pesar de eso mis hermanos han hecho todo lo contrario y a diferencia de mí, yo si me case por boda concertada.
Fui criada para ofrecer, para bajar mi cabeza ante cualquier demanda masculina, crecí bajo el yugo de una familia tradicionalista, el velo es mi honor y mi jodida honra, pero ese mismo día en que sonreí y camine hacia el altar con emoción y miedo a lo desconocido, esa luz se apagó, la apago el primer golpe del hombre que debía protegerme y tratarme como la joya más preciada que tenía.
Desde entonces ya no uso el hiyab, ya no lo uso como mi honra, ya no lo uso con orgullo.
Soy una Abbar, hija de un hombre poderoso, de ahora un hermano con mucho mayor poder, está en mi mantenerme rígida, altiva y callada. Dispuesta a bajar la cabeza si es necesario.
Miro a mi alrededor buscando algo lindo que comprar. No soy una amante a las compras, pero cuando no había nada que hacer y necesitaba huir venia aquí. Entro en una joyería y miro las tantas joyas que hay. Quizás le lleve algo a Gema, ella sí que es una fanática de los diamantes, mi hermano la ha llenado mucho de ellas.
Paso mi dedo por la vitrina ajena de que había una persona a mi lado, y sin querer mi dedo toco su mano.
—Ouh, disculpe no fue mi intenci... —alce mi cabeza y algo dentro de mi dejo de funcionar.
Es un hombre, es un hombre de cabello oscuro, de ojos oscuros, de perfil afilado y labios pecaminosos. Es un hombre que tiene la piel morena tatuada.
—No hay problema, ¿te gusta algo? —pregunta con una naturalidad. Niego, intentando hablar, pero su voz fue otro detonante para mi paralizado corazón —pareces de esas chicas que le gusta las cosas pequeñas, aunque no estoy seguro la mayoría de las mujeres aquí el oro las deslumbra.
—Bueno... —trago saliva —el oro representa la belleza y el poder, es por eso que los esposos musulmanes les gustan llenar de oro a sus novias o esposas —respondo logran no tartamudear.
—Fascinante, ¿acaso usted preciosa dama tiene algún marido o prometido que la llene de oro? —trago saliva completamente nerviosa. El recuerdo de lo vivido en mi antiguo matrimonio, el dolor, la miseria.
—¡No! —respondo seria —no hay ningún marido.
Sigo mirando la vitrina y encuentro un bonito anillo con una orquídea como detalle, junto a un pequeño diamante rosa y de compañía diminutos diamantes blancos en todos los pétalos. Precioso, sin duda es exquisito.
—¿Te gusta? —muerdo mi mejilla interna y me encojo de hombros.
—Es bonito, aunque parece un anillo de bodas —respondo sin más. Suelto todo el aire retenido antes de tomar la decisión de marcharme. No he dado ni dos pasos cuando su mano tomo la mía y al instante la tensión se mezcló con una extraña sensación de calor abrazador.
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ESCLAVO DE TU AMOR TOMO 2
RomanceLEONARDO. Soy el sucesor de la mafia italiana, hijo único de la familia más poderosa de Italia y una gran parte de estados unidos. Mi deber como un De Rosa es vivir y morir por mi imperio manchado de sangre y pecado, mi deber es no caer bajo los hec...