LEONARDO.
Espero que salga del baño, cuando lo hace ella camina hacia su lado de la cama y se mete entre las sábanas —¿de verdad me vas a dejar con la incógnita? —pregunto. Amaya suelta un sonoro suspiro y se sienta recostando así su espalda en el espaldar de la cama.
—No tiene caso hablar de ello, y no deseo recordar en este momento —responde como si lo que estuviéramos conversando no tuviera suficiente importancia. Me pongo de pie y empiezo a desvestirme frente a mi esposa, quitándome cada prenda de ropa quedando así en boxer. Me siento a su lado tomando entre mis manos las suyas.
—Solo dímelo, no puedes dejar al aire una respuesta vacía —ella retira su mano de la mía y niega.
—No es tan fácil. Leo lo único que puedo confesarte es de que no puedo tener hijos —su respuesta fue más que suficiente para ponerme colérico.
—¿No puedes o no quieres?, Amaya —me levanto y camino de un lado a otro intentando en vano no enojarme. No me gusta tener que caminar en puntillas alrededor de nadie, pero mi esposa, mi bonita y misteriosa esposa me obliga a tener que estar en guardia cada vez que la tengo frente a mí, intentando a toda costa de que no vea mi peor versión ante ella, deseo que me ame no que me odie, aunque ya esto último lo hace.
Suelto un sonoro suspiro, vuelvo a posar mis ojos en los de ellas que me miran iracundos tristes y a su misma vez más oscuros.
—Yo no puedo tener hijos, soy estéril —responde sin titubear. Y es allí cuando Amaya Abbar deja caer la bomba que no creí que alguna vez lanzaría.
—Amaya...
—Ali me golpeo tanto una vez que me hizo perder a mi hijo, y quede estéril. Después de eso mi matriz quedo dañada al punto de hacerme imposible ser madre —una lagrima resbala por su rostro haciendo que cada partícula de mi se sienta impotente, incapaz de aliviar ese dolor, sembrando en mí el jodido odio por el hombre que la lastimo, odio por las personas que la comprometieron con ese hombre hijo de puta maldito —nunca podre tener ni cargar tus hijos Leonardo, es algo imposible. Por eso es que te vuelvo a decir si te casaste conmigo a parte de la venganza hacia mi hermano con el plan de dejarme embarazada y atarme a ti de esa manera también pues es algo que no pasara.
No sé qué decir, no sé ni cómo reaccionar ante tal confesión.
Lo único que si se es que no hay nada en este mundo que me haga desistir ni renunciar al amor que siento por esta mujer, no hay nada absolutamente nada que me obligue a dejarla. Ella es mía, mía para adorar y amar inmensamente.
Acorto la distancia entre nosotros y tomo su bonito rostro entre mis manos, seco sus lágrimas con mi pulgar para después depositar sobre su frente un suave beso.
—No llores amore mio, no llores. Ese bastardo no merece ni una sola lagrima tuya, es mas no me importa si no puedes cargar a mis hijos, aunque es una pena, pero hay otras opciones amore mio, podemos adoptar si así lo quieres —ella me mira con sus bonitos ojos más brillosos que nunca.
—Apenas estamos comenzando nuestro matrimonio Leo, y además mi familia...
—Amaya olvidemos el trato de paz ¿quieres?, solo concentrémonos en nosotros en ser felices. Mi único deseo en este momento es amarte infinitamente y que tú me ames, no hay nada más que desee que eso —beso sus suaves labios rosados. Ella corresponde mi beso con el mismo fervor, con las mismas ganas que tengo de sentirla, de apreciarla, de aferrarme a ella.
Mi hermoso ángel de ojos castaños.
Amaya rodea mis hombros con sus delgados brazos acercándome más. Yo alzo su cuerpo haciéndola rodearme con sus piernas también. Mis brazos la aprisionan contra mi cuerpo pecho con pecho no dejando ni un centímetro de espacio. Haciéndome esclavo de ella de una manera poco normal.
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ESCLAVO DE TU AMOR TOMO 2
RomanceLEONARDO. Soy el sucesor de la mafia italiana, hijo único de la familia más poderosa de Italia y una gran parte de estados unidos. Mi deber como un De Rosa es vivir y morir por mi imperio manchado de sangre y pecado, mi deber es no caer bajo los hec...