LEONARDO.
Verla así, tan hermosa como una orquídea de primavera, vestida en ceda y satín blanco, con aquel vestido que acentuaba su figura curvilínea de caderas llenas y un trasero de infarto. Mi amada esposa no es una mujer delgada, posee unos pechos copa C y su cintura estrecha, aunque sigue siendo pequeña no lo es como las modelos con las que he llegado a follar, la mayoría son más altas y más flacas.
Ella es todo lo opuesto a esas mujeres y eso la hace ver preciosa, perfecta para mí.
Relamo mi labio inferior, ella me mira con nerviosismo a pesar de que ya hemos tenido sexo anteriormente. Su pudor, sus mejillas sonrosadas le daban ese toque de inocente mujer culta y callada. Prefería que me hiciera frente a que se mantuviera inerte como si fuera una muñeca sin emoción alguna.
Empiezo con mi corbata, mi preciosa esposa ve cada movimiento que hago mientras me desvisto frente a sus ojos. Cuando quedo en solo ropa interior me acerco a ella y una vez más retrocede ante mí.
—Ya te había dicho de que no tendría intimidad contigo —dice nerviosa. Ladeo la cabeza y suelto una risita de no me jodas.
—Y yo te dije que sellaremos nuestro trato, te quiero Amaya, te deseo bajo mi cuerpo con mi polla enterrada en tu coño —sigo acortando la distancia, pero esta vez ella no retrocede —no puedes huir de mi ni mucho menos me puedes negar lo que ahora me pertenece, toda tu me pertenece Amaya, incluso esos gemidos de diosa que tienes —su nuez baja tragando saliva y el simple hecho de ver ese simple movimiento me prende. ¿Cómo sería?, como se sentiría bombear mi pene en su bonita garganta, sentir la tibieza de su lengua acariciando la piel de mi miembro. —¡Voltéate! —ordeno, ella lo hace sin decir nada. Desabotono su vestido, cada botón es una tortura, pero logro desabrocharlos y la primera parte cae. Bajo la cremallera y empujo la falda hacia abajo para que cayera alrededor de sus pies.
Sus bonitas curvas quedan al descubierto con tan solo dos prendas de encaje cubriendo sus pechos y su sexo —Sal del vestido... —vuelvo a ordenar. Ella obedece, me arrodillo ante ella y tomo una de sus piernas para ayudarla a quitarse los tacones. Toco la piel descubierta de sus piernas hasta llegar a su braga de encaje, tomo la orilla de ella y la bajo sin dejar de mirar sus ojos que me miran con un fuego intenso en ellos —sé que lo desea amore mio —beso su pubis —sé que deseas que te haga sentir —vuelvo a besar, pero mucho más abajo muy cerca de si clítoris. Ella suelta un gemido suave y sus ojos se entrecierran mirándome embobada —dimelo, dimelo amore mio, dime que me deseas, que quieres que te tome.
—Leonardo... —tomo ese botoncito rosado intenso y lo chupo, lo agarro con mis dientes y muerdo levemente —Mm Dios mío —sus dedos se hunden en mi cabello.
—Solo dilo mi amor —vuelvo a saborear su sexo húmedo —dilo y te aliviare —me como su coño como un maldito muerto de hambre, necesito todo de ella, su cuerpo, su alma, su piel, su aroma, lo quiero todo de ella. Mi adorada mujer de belleza inigualable sabe a gloria y vida.
—Si oh Si —murmura entrecortadamente. —Leonardo yo quiero... yo quiero —gime en el momento en que meto el primer dedo en su estrecho coño húmedo —oh Leonardo —está por correrse, está en la punta de las cúspides del placer, pero no la dejo, me detengo antes de que explote las maravillosas sensaciones de su orgasmo. Sonrió con malicia. Ella me mira confundida he insatisfecha —Leonardo... —me pongo de pie, tomo su rostro entre mis manos.
—¡Pídemelo Amaya, pide que te folle sin contemplación —ella duda un poco, pero termina asintiendo —¡dilo con tu voz!
—Tómame, alivia mi deseo por ti —murmura tan tímidamente. Sonrió, una de las tantas músicas de il divo suena dando ese ambiente romántico y particular. Tomo su cuerpo alzándolo y llevándolo a la cama. La acuesto en el medio y ayudo a que se quite el brasier. Cuando ambos estamos completamente desnudos me meto entre medio de sus piernas cubriéndola con mi cuerpo. Mis brazos están apoyados a cada lado de su cabeza.
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ESCLAVO DE TU AMOR TOMO 2
RomanceLEONARDO. Soy el sucesor de la mafia italiana, hijo único de la familia más poderosa de Italia y una gran parte de estados unidos. Mi deber como un De Rosa es vivir y morir por mi imperio manchado de sangre y pecado, mi deber es no caer bajo los hec...