Entro en la recamara y dejo salir el primer suspiro que a la misma vez se convierte en sollozos silenciosos. No sé qué me pasa, sabía bien de que no sería la única en mi matrimonio, de que tendría que compartir mi marido en algún momento, incluso cuando al principio pensé que tendría un matrimonio de ensueño.
No entendía porque esperaría algo mejor de esta unión aun sabiendo la razón por la que estoy unida ahora a la mafia italiana.
Somos dos almas capaces de luchar por su amor, somos dos almas capaces de superar el pasado y los problemas que conlleva estar casados, somos dos almas que están unidas por el destino, por la pasión, por la libertad que nos corroe estar juntos, somos uno y eso no cambiaría por nada en este mundo.
Dejo salir el dolor, la ira, dejo que mis recuerdos me consuman tan internamente que me deje hecha un manojo de debilidad en el piso con mi espalda pegada a la puerta. Tengo que ser fuerte, tengo que superar mis miedos si deseo luchar por algo que podría ser real, aunque no ha pasado el suficiente tiempo como para que yo olvide la razón de todo esto, de que yo esté aquí unida a un hombre cuya crianza fue diferente a la mía.
Mi plan era encontrar la manera de escapar, pero a su vez evitar una guerra entre mi familia y los De Rosa. Ahora era una De Rosa, mi deber es comportarme como una de ellas, aunque mi idea de huir me tienta mi amor por Leo me retiene aquí, obediente a cualquier cosa que necesite que sea.
Me estaba mintiendo a mí misma, no podía controlar mis sentimientos por Leo, no podía dejarlo, aunque quisiera, aunque lo deseara con todas mis fuerzas mi amor por él me haría flaquear.
Me levanto del suelo y me acuesto en la cama, llorar no serviría de nada tengo que ser fuerte y enfrentarme ante mi marido si quería que me respetara, no cometería el mismo error, lucharía por mi puesto si quería ser la única mujer.
No sé en qué momento me quedo dormida. Parpadeo varias veces y me adapto a la poca luz que hay en la habitación. Siento un peso sobre mi estómago y me sorprendo ver a mi marido dormido con la cabeza apoyada en mí. No pude resistirme a tocar su cabello y enredar mis dedos en ellos. Suelto un suspiro leve, se me hace complicado estar enojada con él, más cuando tiene este tipo de comportamientos.
Pero no podía flaquear, si dejaba que me pisoteara entonces llegaría un momento en que más que palabras hirientes un golpe vendría con ellas. Aunque quería pensar que eso jamás sucedería.
Mi marido se remueve y abre esos ojos preciosamente oscuros. Verlo dormir ablanda una parte de mí y él se daba cuenta de lo mucho que me afectaba su presencia —esposa...
—Shh, sigue durmiendo —murmuro sin dejar de acariciar su cabello oscuro. Él se acomoda mejor en la almohada y rodea mi cuerpo para apretujarlo contra el suyo. No me aleje, por mucho que mi lógica me lo exigía no lo hice.
—Solo seguiré durmiendo si mi bella esposa esta así, pegadita a mi —una risita nerviosa sale de mis labios, poso mi mano sobre la suya que esta sobre mi vientre y vuelvo a cerrar los ojos, volviendo a dormirme.
***
LEONARDO.
Me despierto con la luz solar pegando directamente a mis ojos, no estoy acostumbrado abrir las cortinas, pero desde que me case con Amaya siempre las corre para que entre luz solar en la habitación. Salgo de la cama y miro mi teléfono, es temprano son apenas las seis de la mañana. Miro a mi lado de la cama y ella no se encuentra en ella. Salgo de la cama y me dirijo al baño, para mi sorpresa mi esposa está dentro de la bañera, con la espuma tapando una parte de su cuerpo, sus bonitos pechos se asoman como dos manzanos dispuestos a tentarme.
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ESCLAVO DE TU AMOR TOMO 2
RomanceLEONARDO. Soy el sucesor de la mafia italiana, hijo único de la familia más poderosa de Italia y una gran parte de estados unidos. Mi deber como un De Rosa es vivir y morir por mi imperio manchado de sangre y pecado, mi deber es no caer bajo los hec...