CAPITULO 7

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AMAYA.

Cuando bajo las escaleras me encuentro con una de las sirvientas limpiando el recibidor, la rubia al verme casi me mata con la mirada, pero preferí ignorarla y encaminarme hacia la cocina. Al entrar un choque de olores deliciosos se cuelan por mis fosas nasales, las especies, el dulzor de algún tipo de dulce me hizo gruñir el estómago, aunque me había comido todo lo que Isa me llevo, era una fiel fanática a los dulces de todo tipo.

—Buenos días —saludo a todas las mujeres, ellas al verme detienen lo que hacen y saludan con un inclinamiento de cabeza.

—¿Desea algo mi señora? —pregunta Emiliana amablemente. Camino hacia ella y me asomo para ver que cocina. Isa entra segundos después y se une a las mujeres en la cocina.

—¿Qué preparas, Emiliana? —pregunto curiosa. Una de las cosas que amo más es cocinar, aunque estoy extremadamente acostumbrada a las comidas árabe y sus guisos, pero en su momento llegue a probar comida italiana y no puedo negar que es deliciosa.

—Bueno, el menú de hoy es lasaña, ensalada cesar y de postre tiramisú de frambuesa —por el olor lo que debe estar revolviendo es la mermelada.

—Tiene un aroma delicioso —digo con emoción. Isa me mira con cariño y sonríe de lado.

—Siempre cuando quieras algo solo tienes que venir y pedirlo —suelto un suspiro suave sintiéndome por un momento a gusta por la amabilidad de las mujeres mayores. Termino sentándome en el taburete y verlas preparar la comida, Isa me cuenta un poco la rutina de mansión, me mantengo ahí por un buen rato hasta que llega la hora del almuerzo y llega mi esposo.

Cuando siento su presencia en la cocina decido ignorarlo.

—Buenas tardes señoras —saluda mi marido. Cuando se sienta a mi lado Isa le llena un vaso de agua y le pasa una pastilla. Frunzo mi ceño y me le pregunto.

—¿Qué tienes, acaso estas enfermo? —él se aclara la garganta.

—Me duele la cabeza —su respuesta fue más que suficiente para poner a trabajar mi cerebro —creo que esa no es la manera de saludar a tu esposo, ¿no crees? —murmura muy cerca de mi oído. Mis vellos se ponen de punta enviando una fuerte corriente por mi cuerpo.

—Si es así, mi esposo no debería dormir fuera de casa —respondo sin más. No sé por qué lo dije o de donde salió el valor para hacerlo, pero mi sub consciente actúa a veces sin medir si quiera lo que dirá. Me atrevo a mirarlo y al hacerlo pude ver la emoción en ellos, es como si el simple hecho de haberle respondido le diera placer.

—¿Te molesta que no duerma contigo? —no respondo —bueno mi linda esposa no pienso dejar que duermas sin mí ni una sola noche.

Me levando decidiendo salir de allí antes de que la tensión se vuelva más tensa y sofocante, Leonardo sabía que su simple presencia afectaba mis nervios, que es mi debilidad y lo menos que quería era que lo fuera. Estoy tratando todo lo posible de ser fuerte he ignorar su cercanía, de hacer caso omiso del efecto que tiene en mí, pero es imposible no sentir cuando su cuerpo, su olor me hacen temblar de mil maneras.

Nunca había sentido esto por nadie, ni siquiera por mi ex esposo.

Conocía el dolor, lo que es sufrir en carne viva el maltrato físico y psicológico, conocía bien la decepción al punto de que no confió en nadie y mi seguridad se vio nivelada a 0%. Alí me quebró a tal punto que el simple rose de una pluma me enervaba la sangre y me hacía encogerme. Su muerte fue más que suficiente para curar una parte de mi esa que no se veía débil ante la gente, necesitaba ser fuerte y feliz de alguna manera, pero mi madre hacía de mis días difíciles, el único que me reconfortaba y me daba esa paz interior era mi padre junto a mis hermanos, ellos me ayudaron a recuperar esa confianza y esa fe en mí misma.

ESCLAVO DE TU AMOR TOMO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora