CAPITULO 11

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Él niega sin comprender —cariño de que hablas, fue un accidente estoy seguro que ella no tuvo intención de derramar el café encima de ti.

—¿De verdad la estas defendiendo? —pregunto más enojada de lo que esta. Él se queda callado y termino negando sin poder creerlo, aunque que puedo esperar del hombre que me tiene como su premio de guerra —jodete —me pongo de pie dispuesta a irme olvidando por completo el ardor en mi piel.

—¡Espera cariño, espera! —me detiene poniéndose frente a mí —está bien, buscare algún lugar donde pueda trabajar. Ahora déjame ayudarte, necesitas que te incorporen una pomada déjame hacerlo —por mucho que quiera negarme su actitud me conmueve. No sé si es porque es italiano o porque en realidad si hay hombres así.

Bueno mi hermano tampoco es de los que no regalan bombones, quizás el amor cambia las actitudes déspotas de las personas.

Él me obliga a sentarme de nuevo al rato llega mi suegra con Isadora, ellas traen un botiquín y curan las quemaduras. Cuando terminan se marchan dejándonos solos —no permitiré que nadie te haga daño bajo nuestra casa querida mía, entiendes lo que te digo... nadie podrá si quiera lastimar una hebra de tus cabellos.

—No es necesario que lo digas marido, de todas maneras, ya estoy acostumbrada a los maltratos —murmuro tan bajo que el simple hecho de decirlo en voz baja me hace erizar la piel. Recordar esos momentos crudos de mi vida es demasiado complicado para mí, hay veces que llego a tener pesadillas otras me sofocan la multitud, los hombres que puedan estar a mi alrededor, llego un momento que no toleraba si quiera la presencia de uno es como si mi corazón y mi alma no soportaran el peso de mi espíritu quebradizo.

Leo me mira como si fuera la cosa más bonita que hubiera visto en su vida. Posa la palma de su mano en mi mejilla y la acaricia con su dedo pulgar. Una lagrima resbala y casi estoy por romperme a llorar frente a él.

—No llores, nadie es merecedor de tus lagrimas ni siquiera yo. Eres una De Rosa Amaya, y una De Rosa es fuerte, valiente y digna de llevar nuestro apellido manchado. Mi hermosa orquídea el mundo podrá ser una jodida mierda, pero yo soy peor, y el solo hecho de que seas mía, para amar, para corromper es más que suficiente para convertirme en el verdugo de todos aquellos que lastimen a la orquídea más importante de la familia, ¿entiendes lo que te digo? —asiento —somos uno, tu dolor es el mío, así que no sufras mi amor yo curare tus heridas y hare de mi hogar el tuyo.

Sonrió —tu hogar es mi hogar... —asiente.

—Yo soy tu hogar —él besa mis labios tan lentamente que mas que un beso furtivo parece una caricia —te jodidamente amo Amaya —toma mi labio inferior entre sus dientes mordiéndolo levemente —puedo soportar vivir una guerra por ti —mete su lengua dentro de mi boca enredándose con la mía, tomándome con ella. Gimo de placer, anhelando que me toque, que me tome aquí mismo y me haga suya, su mujer.

Cuando nos separamos por un momento él pega su frente con la mía —te deseo —murmuro.

Leo sonríe con picardía —después cariño, después satisfaré todos tus deseos. Ahora tengo que salir, necesito hacer unas cosas del trabajo. Duerme un poco o sal con mi madre y cómprate un bonito vestido, vale —asiento embobada con su mirada oscura.

—Bien —el besa de nuevo mis labios antes de marcharse.

Cierro mis ojos y toco mis labios con la punta de mis dedos. ¿Por qué me hace sentir así?, me debilita, me engulle el corazón, lo ilusiona al punto de aferrarme a él como el único barco en medio de este mar lleno de tiburones. Quisiera hablar con mi familia, contarle a alguien lo que estoy sintiendo, Gema era la única que me escuchaba y ahora no puedo hablar con ella. Suelto un suspiro pesado. Me pongo de pie y me dirijo a mi habitación cuando entro me deshago de mi ropa y me cambio a otra, cuando vuelvo a salir de la habitación busco a mi suegra y la encuentro en la cocina dándole órdenes a las mujeres para el almuerzo de hoy.

ESCLAVO DE TU AMOR TOMO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora