CAPITULO 14

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AMAYA.

Al llegar mi suegra nos esperaba para que me fuera con ella a entrenar. Me cambio de ropa, no estoy muy acostumbrada a usar leggins, pero me toco ponerme unas, junto a una playera manga cortas color negro. Cuando bajo las escaleras no encuentro a mi esposo por ninguna parte seguramente se fue a hablar con Giulio a su despacho.

Me dirijo hacia donde se encuentra el gimnasio. Cuando entro encuentro a mi suegra en el ring con la mujer que me entrenara.

—Querida que bueno que llegaste estamos a punto de comenzar —me subo al ring y saludo a Virginia estrechando mi mano con la de ella.

—Bueno ya que estas aquí, me gustaría preguntarte si alguna vez has golpeado a alguien —niego, aunque el recuerdo de mi ex esposo golpeándome llega a mi mente, las tantas veces que tuve que luchar con él para defenderme me pone la piel de gallina.

—¡Eres una buena para nada loca! —me empuja contra la puerta. Acabábamos de llegar de una de las reuniones de mis suegros. Mi cuerpo rebota cuando me empuja y el primer golpe llega —¡que sea la ultima vez que te vea hablando con hombres Amaya, esta es mi única advertencia para la próxima no respondo mujer! —me da una patada en el estomago y se va. Poso mi mano sobre mi vientre ese que aun no lleva un bebé y que es lo único que me puede salvar de la ira de Ali.

—¡Querida te encuentras bien! —salgo de mi ensoñado. Parpadeo varias veces antes de prestar toda mi atención en mi suegra.

—¿Qué? —pregunto aun desorientada.

—Virginia te estaba preguntando si has golpeado a alguien alguna vez —niego.

—Nunca lo he hecho, ni siquiera... —trago saliva —bueno no se que es agredir a alguien la verdad.

Virginia me mira con simpatía, me toma de las manos y fija sus ojos en los míos —el señor Leonardo me conto sobre tus traumas, debo decirte que tendrás que superarlos si quieres salir ilesa de cualquier pelea.

—Lo sé, pero no es tan fácil —mi suegra posa su mano en mi hombro.

—Nada en esta vida es fácil Amaya, pero lo superaras, ningún De Rosa es débil en ese aspecto entiendes lo que te digo —asiento —bueno... yo las dejo, te dejo en las mejores manos, practica lo que puedas por ahora, después pasaremos a la parte más difícil de los entrenamientos.

Mi suegra se marcha dejándome sola con Virginia.

—Bien, comencemos...

Entro a la recamara hecha un lio, me duele cada gramo de mis huesos, mis piernas tiemblan y mi piel esta húmeda de sudor. El ejercicio de hoy fue bastante pesado, me hizo brincar la cuerda, use guantes de boxeo para practicar con los golpes. Virginia me enseño algunos movimientos de defensa, dijo que para la próxima me enseñaría a como soltarme de un agarre.

Me doy un baño caliente, cuando termino decido no bajar a cenar mis ganas en este momento de siquiera moverme mas de lo necesario me enferma. Me meto a la cama después de vestirme con uno de los tantos conjuntos de pijamas de satén que me regalo mi suegra.

Cierro mis ojos y mi cabeza me transporta a aquel tiempo cuando era joven he ingenua.

Me escondo detrás de uno de los paneles dorados que hay por la parte que conecta el salón con el comedor. Escucho como mi padre habla con los padres de Ali, mi prometido. Desde que era una niña he sabido que algún día llegaría este momento en que me uniría en sagrado matrimonio con algún heredero dentro de las familias mas importantes y prestigiosas de Dubái. Una de mis hermanas tuvo mas suerte, se llego a casar con un príncipe, aunque su vida en la fortaleza de su marido no era de color de rosas, incluso llego a contarme una vez que su vida marital era un poco fetichista, ya que su marido le gusta mezclar el dolor con el placer.

ESCLAVO DE TU AMOR TOMO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora