CAPITULO 4

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LEONARDO.

Ella se mantuvo en silencio durante todo el camino, por un momento pienso que se ha quedado dormida pero solo mira las calles o eso me hace creer. Se ve tan hermosa y pura, aunque ya la había ensuciado con mis manos, la había marcado con mi boca y goce como nunca tenerla bajo mi cuerpo, y aun así deseaba hacerlo de nuevo una y otra vez.

Esta mujer es mi delirio y perdición.

Llegamos al aeropuerto, cuando extiendo mi mano para ayudarla a salir del auto no me la dio, simplemente se bajó y camino hacia el jet privado como si yo no existiera.

Me gustaba, me gustaba demasiado su carácter, pero a su misma vez me cabreaba que se comportara como una niña berrinchuda cosa que es extraño en una mujer como ella, y por supuesto con un matrimonio fallido acuesta. Se que hay cosas que la atormentan a tal punto de ser temerosa y a veces silenciosa. No sabía hasta que nivel de violencia tuvo que haber sufrido, pero yo borraría eso de ella, curaría sus cicatrices y le haría unas propias unas que yo curaría igual.

La mujer frente a mi es mi debilidad y yo seré el suyo en el debido momento.

Ambos entramos al jet, ella no se detiene a detallarlo ni a mirar a su alrededor, solo se sienta en una de las butacas y abrocha el cinturón de seguridad. Me siento frente a ella, la azafata aparece y nos ofrece algo de beber, pero Amaya no pide nada, a la final la mujer aparece con mi baso de wiski con hielo.

Tomo un sorbo lentamente saboreándolo antes de tragarlo. Mi imaginación vuela pensando en cómo sería chupar los pezones rosados oscuros de mi esposa y mojarlos con el licor frio, verlos erizarse y ponerse duros como un diamante. Sonrió con malicia, ya llegara el momento esperare a que se le pase un poco la molesta a que se acostumbre a la idea de que es mi mujer, una De Rosa.

Pasa más o menos una hora y media desde que despegamos y ella no me ha mirado ni una sola vez, solo mantiene sus ojos en la ventanilla del avión como si no hubiera nada más interesante que ver.

—¿De verdad vas a pasar todo el viaje en silencio? —murmuro sin dejar de mirarla, de admirar su belleza exótica. Ella no responde —te consideraba una mujer más audaz, incluso más atrevida.

—No me conoces de nada Leonardo —responde a mi provocación. Sonrió con malicia.

—Eso es una mentira, conozco más de lo que te imaginas —ella me mira y eso es más que suficiente para ponerme al mil, ganoso de volver a follarla e incluso puedo follar su bonita boca rosada.

Ella relame su labio inferior —solo conoces las migajas que te di cuando chateábamos, incluso cuando tomábamos aquel Starbucks en el centro comercial. Puede que ahora conozcas mi cuerpo, pero eso no cambia nada, no me conoces de nada Leonardo —vuelve a repetir.

—Entonces déjame conocerte esposa —respondo con la mirada muy fija en la suya. La anhelaba demasiado al punto de la locura —déjame conocerte.

—Acaso tengo alternativa en este matrimonio —murmura, una sonrisa amarga aparece en su bonito rostro de muñeca —estas jugando con fuego De Rosa, juegas conmigo como si fuera uno de tus soldados, juegas con mi familia usándome a mi como tu maldito escudo. No me conoces y no me conocerás lo suficiente como para darte cuenta que no seré el peón de tu tablero de ajedrez.

—No eres mi peón mia moglie —respondo cabreado por sus crudas palabras —nunca te pondría como mi peón en mi tablero ya que eres la puta reina, ¡entiendes lo que te digo mía regina! —ella vuelve su mirada a la ventana.

—Mi único interés ahora es proteger a mi familia de ti, así como te defendí de mi hermano y le hice frente, también quiero que te quede claro que no permitiré que le lastimes —murmuró con los ojos fijos a la nada —mi vida a cambio de la paz entre nuestras familias.

ESCLAVO DE TU AMOR TOMO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora