CAPITULO 23

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AMAYA.

Camino escalera arriba, mi suegra me sigue con la preocupación palpable en su rostro. Quizás no tengo una buena amistad con mi cuñada, pero me gustaría tener una amiga en esta casa y que mejor que ella. Cuando nos detenemos frente a la puerta de Cinnia mi suegra me toma de los hombros y me hace mirarla.

—Hija, sé que Cinnia te ha hecho la vida un poco complicada y no te ha dado la oportunidad de congeniar con ella, pero confió en que ambas se lleven bien en un futuro cercano. Lo único que deseo es que mi pequeña salga de esa habitación, ella no puede volver a entrar en ese estado de depresión, la última vez intento suicidarse.

—No se preocupe suegra yo intentare de que entre en razón, no se preocupe más he —ella asiente. Toco la puerta, pero nadie responde por lo que termino entrando a la habitación.

—¡Dije que no quería ver a nadie! —grita. La habitación está completamente oscura, las ventanas están tapadas con las cortinas por lo que ningún rayo de luz entra por ellas. Por el rabillo del ojo la veo moverse en la cama y sentarse. La luz de la lampara ilumina un poco la estancia cuando la enciende —¿Qué haces aquí? —pregunta de mal humor. Su voz suena un poco ronca debe ser por el tiempo que tiene sin hablar, o bien por dormir quizás.

—Tu madre nos informó de lo sucedió, también de que no has querido salir de tu habitación ni siquiera has comido nada, eso no es bueno Cinnia.

—¡Tú quién eres para decirme algo, porque mejor no te largas de aquí y me dejas sola! —exclama molesta.

Acorto la distancia que hay entre nosotras y me siento en la orilla de la cama un poco cerca de sus pies —sé que no te agrado ni un poco, pero tienes que comprender que no soy tu enemigo Cinnia, a diferencia de tu hermano que le quiere hacer la guerra a mi hermano Omar, yo no deseo haceros daño. Por lo que lo único que quiero es que nos llevemos bien, le prometí a Leonardo que su familia es mi familia ahora.

—Me gustaría creerte —dice recostándose en el espaldar de la cama.

—Carmina me conto de lo que te pasó hace años, es una pena seguramente sufriste mucho.

—No tienes idea de lo traumante que fue. Pero nada de eso hubiera sucedido si Simone hubiera respondido mis llamadas de auxilio —responde con aquel odio reflejando en su mirada.

—No deberías culparlo. Seguramente tu esposo estaba ocupado y por eso no contesto, pero tienes que ser fuerte cuñada, tienes que ser fuerte, no dejes que las marcas del pasado ensucien tu futuro.

Ella frunce el ceño y niega —no lo entiendes. Ojalá mi esposo realmente hubiera estado ocupado, pero no fue así, él estaba con su amante, en el apartamento que compro para ella —niega con una sonrisa dolorosa —seguramente mientras esos hombres me encerraban en aquel cuarto oscuro... él se estaría follando a esa cagna, puta.

La sorpresa en mi rostro debe ser palpable porque ella me mira y se ríe —no te lo esperabas ¿verdad? —niego —me lo supuse, mi madre te omitió eso seguramente mi hermano también. Ellos ven conveniente que mi matrimonio siga en pie por los beneficios que trae, aparte de que Simone es dueño de las flotas de barcos que transportan la mercancía es un buen soldado. ¿Tú qué harías en mi lugar querida cuñada, perdonarías una infidelidad de mi hermano?

Paso mis manos por mi rostro y niego —no sé qué decir.

—Eso supuse —ella abre la gaveta de la mesita de noche y saca unos cigarrillos, enciende uno y fuma aquel vicio —lo quise intentar, pero no he podido olvidar, y lo que Simone me hizo me dolió mucho más que el secuestro. Ya no confió en él, mi cuerpo no lo reconoce como su protector ni como su amante. Cada vez que quiero intentar estar con el íntimamente recuerdo a la mujer con la que me engaño, y el abuso que sufrí en el momento en que me secuestraron.

ESCLAVO DE TU AMOR TOMO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora