ESCLAVO DE TU AMOR TOMO 2

CAPITULO 31

AMAYA.

Miro el jardín por el enorme ventanal de mi habitación, quería salir al balcón, pero no quería hacer mucho esfuerzo ni caminar demasiado, el doctor me mando reposo absoluto, no puedo estar mucho de pie, ni hacer esfuerzo de nada, el mínimo movimiento mal hecho puedo llegar a sufrir un aborto espontaneo.

Mi suegra viajo junto a mi suegro en el primer momento que mi marido le menciono mi embarazo y la posibilidad de que lo perdiera. Ahora me tiene a pan y agua, cuidando de mi como si fuera mi madre. Suelto un suspiro pesado, poso mi mano sobre mi vientre y pienso en el pequeño que crece dentro de mí, una lagrima resbala por mi rostro y detrás de ellas vienen muchas más.

—Tengo miedo bebé, tengo miedo de que no pueda si quiera a tener la oportunidad de ver tu carita, temo de no tener la oportunidad de acurrucarte en mis brazos, de besar tus mejillas, de adorar tu pequeño cuerpo —suelto un sonoro sollozo —temo no poder verte crecer.

—Amaya… —alzo la mirada y seco mis mejillas rápidamente. Mi suegra se sienta frente de mi con el rostro compungido y la mirada preocupada —Amaya querida, sé que esta situación te ha mantenido aislada pero no es bueno para tu salud ni para la del bebé que llores, que estes triste solo afectara la estabilidad de niño.

Sigo acariciando mi aun pequeña barriga —ya perdí una vida una vez y a pesar de no haber concebido de la misma manera yo le quería, le necesitaba. Algo en mi se rompió aquel momento en que desperté en el hospital y me vi sin mi pequeño dentro de mí. No es fácil para una mujer soportar la perdida de un hijo y es más difícil cuando esta lo espera con ansias —alzo la mirada para fijar mis ojos en los suyos —nunca pude ver su carita, llegaron días en que por mi mente vagaban imágenes de un pequeño de cabello oscuro y ojos morenos, me imaginé su sonrisa, su voz, cada vez que cerraba mis ojos podía escucharlo, olerlo, aunque nunca se me fue dado la oportunidad de oler su cuerpecito pequeño.

—Si hubiera sabido lo que te paso jamás hubiera hecho presión para que tuvieras un bebé, me siento culpable.

—No se sienta culpable señora, es normal que las familias dentro de la mafia se amerite un heredero, claro esta que no estaba en vuestros planes que su hijo eligiera como esposa a una mujer rota —suelto un suspiro —la vida es cruel, demasiado cruel, pensé que no podría tener mas hijos y mira en qué situación estamos ahora, dentro de mi crece un bebé, pero yo no soy suficiente para mantenerlo a salvo dentro de mí.

Ella se levanta y corta la distancia entre nosotros, acuna mi rostro y me hace mirarla —tu no tienes la culpa, a veces las cosas pasan por algo, sea porque no es el momento o bien porque asi debe ser. Amaya eres una mujer fuerte, mi hijo hizo una muy buena elección contigo, sea por venganza a sus enemigos o bien por amor que hizo lo que hizo. Mi suegra me sonríe y acaricia suavemente mi mejilla antes de asentir y salir de la habitación dejándome sola.

***

Los días transcurren, mi esposo me da noticias diarias de Salome, y todo va según lo planeado, posiblemente ya mi hermano haya empezado la búsqueda de la chica, seguramente Harum este vuelto loco por su desaparición. Trato todo lo posible de hacer el mínimo esfuerzo, Leonardo me ayuda a bañarme, me mima, me trae regalos, desayuna, almuerza y cena conmigo, trata todo lo posible de no dejarme sola, pero en el momento en que tiene que ir a trabajar me deja cargo de su madre que me trata como si fuera un cristal valioso.

Cinnia también me ha hecho mucha compañía, aunque últimamente ha estado bastante distraída, a veces ida como si su mente estuviera en otro lado. Estoy leyendo un libro cuando Isadora entra con una bandeja en mano, en ella trae el té y unos panecillos de leche que tanto me gustan.

—Mi señora, ¿Cómo se encuentra el día de hoy? —dice animadamente. Le sonrió de lado y me encojo de hombros, la mujer deja la bandeja sobre la mesita que está cerca del ventanal, para después acercarse a mi y ayudarme a salir de la cama.