Mariana pankratova.
Tenía que dar con ese idiota y pronto, ya que no lo podía ver cómo un simple idiota. Se atrevió a tocar a Mariana eso ya era una guerra jurada. Tenía que sacarla aunque sea por unos días, pero también tenía que solucionar de que no matarán a más de mis socios.
Llegamos a la casa después de la disputa en la cabaña.
Tenía dolor de cabeza de tanto pensar, teníamos que conseguir más socio, por qué si el mexicano ya no estaba. Debía ir a negociar con el capo ahora, con el puesto del antiguo y odiaba hacer negocios con desconocidos y lo otro era tanta persecución encima. No había agarrado el cargo de capo de italiano y ya tenía a la DEA atrás de mi y un maldito que ni sabia el nombre y mucho menos la cara y lo último, pero no menos importante el padre de Mariana que sabía que no se quedaría así y que algo debía de estar tramando.
— Recojan maletas y andando.
Ordene a mis hermanos, llegamos al mismo tiempo a la casa de nuestra madre. No dijeron nada «lo que me faltaba, que todos estuvieran en mi contra».
— Me quedaré con Mariana.
Massimo fue el único valiente o suicida depende de cómo se le viera, que decidió hablarme.
— No, ella se va a Colombia como todos—lo mire y eso basto para que entendiera.
— ¿Y que te hace pensar que quiero irme contigo?.
Mariana me miraba con odio.
Me dolía que me odiara pero el odio era mutuo.— ¡¡Por el simple hecho de que tienes a mis hijos!!—le grite sujetándole la muñeca y echando andar al coche con ella.
— ¿Que te hace pensar que son tus hijos?—eso me había dolido, pero no le iba a dar el gusto de demostrárselo
— Amor, solo un cabron como yo puede meterte dos hijos en el vientre solo con unos follazos—ella no refutó y entro al coche azotando la puerta.
Me toque el puente de la nariz, pensando en los días infernales que tendría.
Nos llevamos lo necesario y nos fuimos al avión para poder viajar a Colombia, en el avión ella ni me miraba. En realidad no miraba a nadie. Necesitaba unos minutos para descansar y pensar, me metí en la cabina me serví un trago y me senté en el mueble a fumar un cigarro.
Abren la puerta y tuve que contenerme para no hechar una maldición.
— ¿Que carajos quieres massimo?— no tuve que voltear para saber que era el.
Se sirvió una copa y se sentó en unos de los sillones, se encendió igual un cigarro.
— Hay que conseguir quien es el soplon.
Una calada al cigarro y lo mire, y vaya que me dolía que de todos los hombres con el que Mariana me pudiera traicionar, justamente fuera el, por qué si fuera Sido cualquier otro. Ya la fuera perdonado ya que no era ningún querubín.
— Lo sé, eso llevo pensando desde que el tipo comenzó hablar—se tomó lo que quedaba de trago.
— Y ¿que esperaras para investigar?— estaba hablando calmado al igual que yo.
—Yo lo único que quiero es conseguir a ese imbécil y sacarle más que las tripas—determine.
— ¿No será uno de nuestros socios?— pregunto.
— No lo creo, ellos saben bien quienes somos.
— Tengo una leve sospecha de que no estamos tratando con un novato—me cabreaba su negatividad.
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No me hieras Tanto. Aprende Conmigo Vol..1
Romance"No me hieras tanto". resalta el drama y el sentimiento vulnerabilidad que personaje principal pasa mientras enfrenta sus miedos. Mariana pankratova una joven que lucha por los traumas de su infancia es arrastrada a una serie de aventuras peligrosas...