no puedo olvidar

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Mariana pankratova

Un vestido negro y algunas lágrimas

Eso era lo que por mi piel bajaba muchas y incontables lágrimas, pise el suelo ruso y sentí un dolor horrible en mi pecho, como estar en Rusia, mi querida Rusia y  no me daba la tranquilidad y lo hogareño que necesitaba.

Al día siguiente de llegar a la mansión maximiano me informo que ya estaba todo preparado para dirigirnos a Rusia dónde tenía que darle santa sepultura a mi madre Tatiana pankratova.

Bajamos del avión con los niños, aurora con Derek en sus brazos, yo con Sinahi y mi madrina con Gale.

Todos iban vestidos de negro y le agradecí que se tomarán el gesto, max dormía en la habitación junto con los niños pero el primer día nos volvimos locos que tuve que sacarme leche para poderle darles de comer a todos ya que si uno lloraba los otros le seguían y si uno tenía hambre los otros también y era una locura para poder calmarlos.

Estaba recién Dada a luz y por mas que max y massimo me insistieron que no tenía que ir que ellos se encargaría algo en mi necesitaba estar con ella y darle el adiós que se merecía por parte de su hija.

Nos montamos en los coches y agradecí que nadie se atrevió a decirme nada en todo el camino hasta el cementerio.

Llegamos y caminamos por cada una de las lápidas y solo imaginaba cuánta gente dejaban atrás aquellas personas que eran partes de su vida y el que nunca volverán a escuchar hablar y solo vivirán de los recuerdos que dejó esa persona.

Max sintió el dolor por el cual estaba luchando y decidió tomarme de la cintura y caminar junto conmigo sosteniendo mi cuerpo para que tuviera más firmeza en caminar.

Llegué a dónde estaba el cuerpo de mi madre en una caja y un hueco al lado ya listo para enterrar, unas lágrimas más rodaron por mis mejillas.

— ¿quieres dar unas palabras?– asentí absorbiendo mi nariz.

Massimo se acercó para tomar a mi hija y yo poder estar sola con max mientras me daba valentía para hablar.

— nunca te entendí– tenía la vista puesta en la tumba— nunca entendí como siendo tu única hija no me querías y dejabas que mi padre me golpeara cuando el quisiera– más lágrimas rodaron por mi mejillas– no había ni un solo día que odiara haber nacido – Max me tendió un pañuelo para limpiarme

— nunca me dijistes que me amabas, solo me decía que nunca llorara que la vida era dura y que tenía que dejar mi inocencia para poder vencer la mierdas que te da la vida— tome una pausa y después añadí— ¿Sabes? Tenía razón, la vida es una mierda y si no tomamos decisiones nos arrastra hasta dejarnos nada.

Solloce.....

— pero te lo agradezco, por qué gracias a eso pude irme de esa cárcel de la cual un padre psicópata nunca me dejaria con vida antes de enamorarme. Lo único de lo que me arrepiento es no haberte dicho que te perdono...

Si no fuera por qué max me tenía agarrada de la cintura me fuera caído, lo mire y el asintió con ternura para que prosiguiera.

— te amo madre y perdóname haberte dicho que te odiaba y que no me parecía a ti — sentía aldor en el pecho — y solo me queda tomar la decisión de tu último concejo– me agache y max me tendió una rosa— te dejo está rosa por el amor que te tengo pero nunca podré olvidar lo que viví contigo.

No añadí más y solo ví como la urna descendía.

No tenía más lágrimas que botar ya lo hecho echo estaba y no podía seguir martirizada por mi terrible pasado, aunque eso siguiera persiguiendo en un futuro 

No me hieras Tanto.   Aprende Conmigo Vol..1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora