No me hieras Tanto. Aprende Conmigo Vol..1

Enamorado

Maximiliano Corleone

-Noooo-estaba peleando con todos para que me dejarán en paz.

- Quedate quieto Max- era Angelo que perdía la paciencia conmigo.

- Dije que me voy.

Me negué a quedarme, ya habían pasado cuatro días más desde que llegué a México, la herida se me infectó, pero ahora estaba bien.

- El doctor dijo que mañana te daba de baja-me arranque las vías, Angelo resoplo.

-Un día más o un día menos no da la mayor diferencia.

-¡¡Ahhh, No puedo con el!!-angelo estaba que se jalaba los pelos

-Deja el drama-me levanté, rodó los ojos y salió de la habitación.

Me vestí con ayuda de unas enfermeras, que día y noche no me dejaban solo y yo como un niño mimado me deje consentir.

A penas llegué a México guarde la mercancía, eso sí, sin decirle nada a nadie, pero no pude aguantar más y me desmaye. Tuvieron que llevarme al hospital, mis socios mexicanos le dieron alojamiento a mis hermanos y a Felipe, pero ninguno quiso separarse de mi.

Fui un grano en el culo estos últimos días. Mis hermanos tuvieron que soportarme, una que otra veces me apuntaron el miembro con la pistola para que pudiera dejar de irritarlos, por qué si no hacia lo que quería los muy hijo de su padre me amenazaban con lo más preciado que tenía.

-Sobrevivimos-le dije a mi miembro después de cambiarme.

- Medicate.

Alfredo me miraba con ganas de matarme. Al que si lo disfrutaba era Felipe, por qué se reía conmigo de ellos dos.

- Mis amores- abrace a las enfermeras-No me extrañen ragazze- ella estaban sonrojadas.

-Estúpido de mierda..

Alfredo bufo. Salí del hospital para dirigirnos a dónde nos esperaban los mexicanos para despedirnos.

π

Ya en camino le pido a unos de los escoltas que pare en un centro comercial. Angelo que era el que estaba conmigo en el coche bajo también.

- ¿El niño que más quiere?-lo dijo con sarcasmo.

-Un anillo.

Se quedó estático en la entrada. Yo seguí por qué nada me haría cambiar de idea, tenía días con eso dándome vueltas en la cabeza. Quería casarme con Mariana.

Tenía claro que ninguna mujer la amaría como a ella, cada que pensaba en ella, mi corazón se aceleraba y estos días que pase lejos, era más que evidente para mí por qué no salía de mis pensamientos.

-¿No es enserio?-me seguía y me miraba como si viniera de otro planeta.

- Muy enserio-se adelantó y se interpuso para que no avanzará.

- Tu no te puedes casar- puse mi cara de signo de interrogación-¿como te piensas casar? cuando avenas hace unos días seducías a las enfermeras-negaba con la cabeza como un loco.

- Para tu información, no coqueteaba con ellas, y además apena llegué se lo diré a Mariana-lo quite de mi camino y seguí avanzando hasta llegar a la tienda de anillos-Y si no me cree, solo le diré que ustedes no me quería atender como me lo merecía.

Angelo me miraba con mala cara.

-Mi madre te debió de llevar al médico de niño-le saque el dedo medio para que se callara.