Un salto de suerte parte 2

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Maximiliano Corleone

En todo el trayecto al avión, Mariana no me dirigió la palabra y mientras me le acercaba ella solo huía de mi y se alejaba.

Una que otra veces la veía llorando y se topaba con mi mirada pero rápidamente giraba y no volvía a verme, ella no era la única que estaba así yo también me sentía enfermo de solo pensar que mis hijos estarían en manos de cualquier enfermo que no sabría que locuras le haría.

Amaba a Mariana pero esas tres creaturas estaban esperando ser rescatadas por mi y solo había pasado unas putas horas desde que se lo llevaron y ya llegaría a pasar un día sin saber de ellos.

Fui donde estaba lo que me calmaría un poco los nervios. Tome una copa de whisky sin tenerme a tomar la otra. Mis hermanos no se digna a darme la cara por qué no saben cómo solucionar todo este enrollo, Angelo no a dado con la ubicación y es algo me que agobia, en unos días les pondría en GPS para que algo como esto pasará y ni tiempo me dieron y solo tarde por qué tenía que hacer pruebas si el dispositivo no les caería mal en el organismo ya que iba incrustado en la piel.

Mi madre y ahora esto ya era para que me volviera loco y solo rezaba para que la mujer que tenía a unas cuantos pasos de distancia tampoco se alejara de mi camino.

Tome la cuarta copa sin un respiro y pude sentir un leve mareo, me sujete de la barra y respire profundo tratando de controlar mis nervios y no golpear a cualquier cosa que tuviera en mi camino. No sabia cuando había optado ese cambio tan compulsivo en mi, y si mi memoria no me fallaban era desde que conocí a Mariana.

Todos mis problemas con ella y massimo me sobrepasaron y jamás pensé sentir unos celos por alguien más.

Llegamos a Grecia y el primero en salir fui yo con mi botella en la mano. Nadie se le ocurrió detenerme o objetar algo sobre mis decisiones.

«los mandaría al demonios».

Llegué al coche donde estaba y más atrás venía mi mano derecha y mi padre en la mafia.

Ese hombre me enseñó junto con mi padre, el era su mano derecha y siempre estaba en todos lados y le tenía aprecio.

- sácame de aquí Lauro- el asintió y se montó el sub y salimos sin esperar a nadie.

« que se fueran a tomar por el culo».

- no debería tomar tanto - Lauro me reprochó.

- me sabe, quiero tomar y lo haré- dictamine sin importarme un rábano.

- tendrás que estar preparado para la guerra que se armara y no puedes llegar donde Felipe así.

Me encogí de hombro y en ves de contestar y tome de la botella como un camionero.

¿Que paso con el hombre que sonreí y todo lo tomaba con burla? Algo me decía que poco a poco se estaba muriendo.

Quería gritar matar y matarme a lo más descabellado, queria solo saber si mis hijos estaban bien.

Entendía a Mariana por qué estaba igual que ella...

- ¡¡dame la botella, y comportate no seas idiota!!- me la quito y la lanzo por la carretera por la ventana del coche.

- ¡¡Quien coño te ha dado el derecho!!.- hijo de su padre.

- ya vamos a llegar y no quiero estupideces, yo no enseñe a un niño a llorar - me miró con seriedad- yo enseñe a un hombre a matar y ser todo un hijo de puta.

Lo mire y chaqué la legua pero sin nada que objetar.

Solo espere al llegar a dónde Felipe y ver qué me esperaba mi Grecia querida.

No me hieras Tanto.   Aprende Conmigo Vol..1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora