maximiliano Corleone

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Un salto de suerte parte 1


—¡¡déjalo ya Max!!- Massimo me tomo del pecho y me alejo del hombre que estaba agonizando en el suelo.

No podía razonar ahora más que nunca sentía que no tenía control de mis actos.

Me solté de massimo para patear al hombre en  las costillas y hacer que una de ella se atravesará en la piel.

—¡¡son unos inútiles, solo tenía que hacer su trabajo!!- no dejaba de arremeter contra el, no me importo el charco de sangre que ya llevaba.

—discul.....señor..yo- no pudo más solo ví como su cuerpo dejaba de convulsionar de los golpes que le daba, y por mas que supiera que había muerto aún no dejaba de descargar muy furia en el.

— esto les pasa por no hacer una maldita cosa bien - rugi a los otros dos que estaban arrodillados en el suelo.

Eran los únicos que habían sobrevivido y para su mala suerte por qué lo mejor que les fuera pasado fue morir junto a sus compañeros dando la cara a lo que se les pedía.

Muy narcisista y hijo de puta de mi parte pero así era yo y si era el jefe antes de darme un puto mandato era por algo.

Angelo me tendió un pañuelo el cual me limpie la cara de las salpicadas de sangre.

— ¿Que haremos con estos dos?- pregunto Alfredo

— llévalos al cine y que los descuarticen — no tenía piedad ni ningún sentimiento que no fuera la ira y la impotencia en saber que había perdido a mis hijos.

Las cachetadas de Mariana aún me ardían, deje que me golpeara por qué la entendía y más al ver las cámaras que habían en toda la casa a modo de protección, que no había servido para nada. Vi la angustia y el tratar de protegerlos pero eran muchos contra ella.

Subí las escaleras dónde era mi último recurso para poder tratar de solucionar quien carajos era quien se llevó mis hijos.

Era muy raro por qué a cada uno los teníamos radiados, carita sonriente no podía ser por qué en los vídeos se veia una mujer era la que lideraba el secuestro, y Natasha estaba en México hasta donde la pudimos rastrear.

Pero algo se me escapaba de las manos y tendría que saber que.

Abrí la puerta sin siquiera tocar, era mi casa de todas maneras.

— siempre tan prepotente maximiliano Corleone — su voz tenía un toque de humor.

Esa mujer no la pasaba ni con agua. Cerré la puerta y ella se levantó de la cama y dejo el libro que estaba leyendo aun lado.

— ¿En qué puedo ayudarte Max?— si un recorrido a toda la habitación con un gesto.

— se ve que te adaptas rápido felicia— ella sonrió y cruzo las manos en su regazo.

— que te puedo decir — se encogió de hombros.

Ella sabía por qué estaba yo ahí y por mas que me negara hacer estas cosas, yo necesitaba que me diera una esperanza que al verle la cara solo la perdía poco a poco.

— ¿Quiero que me digas quién entro aquí hace una horas?— ella sonrió curiosa.

— que te hace pensar que yo se la respuesta.— inquirió.

— por qué lo se, así que habla de una vez— me acerque más para intimidarla — o te tengo que aclarar de quién es esta casa.

— tu soberbia solo te llevará a tener muchos obstáculos en el camino que quieres obtener— ni una pisca de miedo tenía su expresión.

No me hieras Tanto.   Aprende Conmigo Vol..1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora