Proyecto «Conociendo a Yavé».
Básicamente, el análisis bíblico de una criticona que terminó siendo Ovejhacendosa. Mis primeros pasos, pensamientos que pueden o no cambiar con el paso del tiempo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
7 de marzo el año 2022
Este capítulo me tuvo pensando ayer. Hoy lo he vuelto a leer, y ha tenido el mismo impacto en mí, a pesar de mi mente cansada (no he dormido bien, me pasa por trasnochar lol).
Tal vez sea porque estoy leyendo en desorden, pero he notado que el trato de Dios para con Abraham es diferente al trato que llegó a tener con otras personas a quienes habló. No lo digo en mal sentido, creo que Yavé ha sido justo con todos y benévolo en la mayoría de los casos que he leído.
Lo que quiero decir es que la plática que tuvo con Abraham en este capítulo me hizo pensar en una charla entre amigos. Tal vez fue porque Abraham tuvo el valor de pedirle algo directamente (casi cuestionándolo), pero a la vez sin olvidar su condición de ser humano. O tal vez Yavé fue así desde siempre, cercano y consentidor con sus amados, pero aprendió a ser severo porque lo traicionamos demasiado... ¿Tal vez?
Me gustaría tener con Yavé una relación tan estrecha como él tuvo con Abraham, pero ¿estoy a la altura de un tipo como Abraham? Creo que no soy la única que se pregunta eso, todos queremos ser amigos de Dios, incluso con nuestro amor imperfecto, incluso sin estar a la altura de su amor.
Pero volviendo al punto anterior, tal vez Dios tenía a Abraham como un amado porque Abraham amaba a otros, porque se interesaba por otros, porque intercedía por otros. Entonces Yavé no podría negarle perdonar a un pueblo pecaminoso por consideración a diez personas justas. Tal vez Dios y Abraham tenían esto como punto en común:
Ambos creían que diez corazones limpios valen más que cien corazones sucios.
Tal vez nosotros debemos empezar creyendo eso también.