Proyecto «Conociendo a Yavé».
Básicamente, el análisis bíblico de una criticona que terminó siendo Ovejhacendosa. Mis primeros pasos, pensamientos que pueden o no cambiar con el paso del tiempo.
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28 de febrero del año 2022
Empecé a leer este libro por José, pero apenas inicio y... no puedo evitar detenerme en este versículo.
¿No es esto el pecado? El conocimiento del bien y el mal. Lo pregunto porque a menudo asociamos "pecado" con algo solamente negativo. Si el pecado es el conocimiento del bien y el mal, ya no somos puros. Somos una mezcla de bien y de mal. Tal vez nuestro propósito original debía ser mantenernos en el bien, ser puros.
No obstante, Dios necesitó el pecado. Mejor dicho, lo usó.
¿Qué tan inteligente se debe ser para hacer aquello? Para elegir sacarle ventaja al pecado y usar la libertad que el conocimiento del bien y el mal daba (y dio) para que nosotros podamos ser puros por elección y no solo por naturaleza.
El pecado rompió el equilibrio y puso al mundo en movimiento. De la perfección absoluta pasamos a la mundanidad y la esclavitud ante el tiempo. Tenemos que vivir, envejecer, aprender, trabajar en todos los ámbitos de nuestra existencia. Tenemos que seguir moviéndonos para volver al estado de perfección absoluta original.
A veces pienso que es la consciencia el pecado en nosotros. El ser conscientes de las cosas es nuestra libertad y nuestra impureza, por eso los animales y los niños más pequeños son puros. Son perfectos. Según nuestro idioma mundano, la inocencia es sinónimo de estupidez. ¿Qué entendemos nosotros de la auténtica estupidez? Nosotros, que infravaloramos la inocencia y sobrevaloramos la consciencia.
Tal vez el desarrollo más alto sea la falta de consciencia, el desligue del conocimiento y la elevación del espíritu. Tal vez hay un punto ahí, alto, donde no hay palabras, ni información, ni recuerdos, solo conocimiento inconsciente e instintivo del ser. Tal vez ahí no hay sentidos concretos que valgan, porque no somos conscientes de lo que ven los ojos, lo que captan los oídos, lo que percibe la nariz, lo que saborea la lengua o lo que tocan nuestras manos. Tal vez no hay colores, ruido, hedor, amargura ni frío. Tal vez hay muchas cosas más que podríamos aprender si no estuviéramos atados a la consciencia y a nuestros sentidos. Tal vez perdimos la capacidad de ser así por obtener el conocimiento del bien y el mal.
Perdimos la capacidad de ser perfectos.
Tal vez cuando morimos volvemos a serlo, porque la muerte nos libera de toda corporeidad. He aquí que la muerte puede ser el auténtico inicio de la vida. Tal vez por eso le tememos, nos aferramos demasiado a lo que conocemos o creemos conocer. A esta libertad que tal vez no lo es tanto.
Me perdí divagando.
Mi punto es... Tal vez el pecado fue necesario. Tal vez todo esto tuvo que pasar para que, habiendo obtenido consciencia inútil, seamos capaces de reconocer que la consciencia humana no es lo que nos hace un animal superior a las otras creaturas, sino lo que nos limita y no nos permite alcanzar nuestro máximo potencial.
De alguna manera, tener la capacidad de amar a Dios porque lo elijo y no porque soy perfecta me agrada. No es como debió ser, no es lo ideal, pero me agrada. Quiero hacer lo mejor que puedo con lo que tengo.
