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Las campanas suenan anunciando el gran evento; caen petalos de rosas blancas del cielo y el pasillo blanco nos da la bienvenida con ligeros toques rojos, no hay que olvidar los origenes, de donde venimos.

Del rojo salimos del rojo volvemos, pero en nuestro caso del rojo nos quedamos.

La boda estaba a la vuelta de la esquina, a nada de suceder y todos están emocionados menos los novios -probablemente lo estén pero claro que no se nota-, aunque la novia no se ve tan ansiosa de probarse vestidos, maquillaje y peinados me gusta pensar que puedo notar pequeños detalles cuando me concentro lo suficiente, y no no es trampa solo porque ella misma me lo diga cuando nos juntamos a hablar.

Aún así, no puedo evitar sentir que debo alejarme un poco, y no es para nada por el animo de los tiempos festivos o el abrumo de organizar una boda, es más por mi propio auto descubrimiento y el de mi amigo imaginario no imaginario y muy real que ahora vive a mi sombra; hay mucho más de lo que soy capaz de hacer y ahora es el momento de descubrirlo.

Y justo a tiempo para la próxima gran ocasión como lo es la vida, la muerte y más vida.

Ojos BlancosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora