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Caminaba sobre las nubes.

Era...un tornado de sentimientos y sensaciones pasaban por su mente y su cuerpo a cada paso que daba hacía el altar, Bella sonreía más de lo que había sonreído en toda su vida, oh mejor dicho, que toda su vida pasada. Pero todo era irrelevante cuando el amor de su vida esperaba en el altar, sus seres queridos y amigos la miraban con cariño, sentía que lloraba cuando tomó la mano de Edward subiendo al altar.

Ahora sus lagrimas eran de terror, cuando los tres reyes Volturis eran quienes le devolvían la mirada con sádica satisfacción.

Sostenía con fuerza el brazo de su esposo, queriendo advertirle, excepto que su voz no salía. Un viento frío le recorrió la espalda y su piel se enchinó por los escalofríos; volteó hacia atrás y el camino que una vez fue decorado por hermosos pétalos de rosas rojas se convertía lentamente en un charco de sangre fresca, que provenían de la pila de cuerpos secos de todos sus invitados. Incluso los Cullen, su familia vampírica, estaban...ellos estaban...

Volteo hacia Edward, buscando consuelo y ayuda en su siempre reconfortante presencia...pero su rostro y su traje...todo...¡Todo estaba manchado de rojo! ¡De sangre! ¡La sangre de su familia y sus amigos! ¡Él...! Ella...sus propias manos estaban manchadas hasta los codos, su vestido blanco absorbía la sangre y su velo era igual.

Dejó caer su ramo de rosas -goteaban, no deberían gotear las flores- con espanto, era una vista horrenda, una completa pesadilla. Del cielo caían hojas secas y gotas negras que pintaban el piso como lluvia, convirtiendo su día más feliz en un cegador funeral.

- Sabías en lo que te estabas metiendo - la suave -eh inquietante- voz de Gaella, quien miraba indiferente los cadáveres, resonó como un eco distorsionado - No había otra forma -

- ... - '¡No! Yo no...yo no quería!' Bella intentaba decirle, pero por alguna razón, su garganta le raspaba y dolía, como si hubiera bebido agua hirviendo o no haber bebido nada en absoluto. Eso no perturbó a la vampiresa albina, a quien sus ojos blancos se emblanquecieron aún más dándole un aspecto fantasmal, de sus brazos descubiertos salía una masa negra que se extendió por todo el piso y que engullía los cuerpos apilados uno por uno.

Del cual salían manos y se oían lamentos, gritos, súplicas y maldiciones, que se acercaban cada vez más a su vestido y-

- ¿No te dije que durmieras? - Bella estaba en la residencia de los Cullen, en la habitación de Alice siendo maquillada por la pequeña vampiresa. La nerviosa novia hace una mueca de cansancio y en el espejo se refleja una cara cansada, con profundas ojeras, su piel ligeramente más pálida -quizás sea la luz- y el cabello medio revuelto en espera de arreglarlo. No era su mejor versión, por eso era un trabajo en proceso.

- Lo siento, pesadillas - dijo sin darle importancia, concentrándose en el toque de la toallita que Alice usaba en su rostro - Nervios de novia -

El eco de tacones resonó en el pasillo y el cuarto, Rosalie llegó luciendo hermosa aún sin estar completamente lista; Bella se sintió un poco intimidada por su belleza y envidiosa por la facilidad en la que logra verse bien cuando ella tiene que arreglarse para posiblemente palidecer a su lado, pero se calma de inmediato, hoy era su día especial y se verá radiante con ayuda de su amiga.

- ¿Quieres una mano? - y al parecer también ayuda de Rosalie, quien lo hubiera creído - Le haré el peinado -

- ¿En serio? - murmura Bella, incrédula.

La vampira rubia camina hacía ella y se acomoda detrás, sosteniendo su cabello y peinándolo suavemente - Mira, no me ofende tu elección de novio -

- Solo mi total falta de respeto por la mortalidad - contesta burlona, sacando una mirada derrotada de su pronta cuñada, diferente a la divertida de Alice.

Ojos BlancosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora