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- Déjame ver si lo entiendo - 

- Déjame ver si si - 

- Te arrastraron al limbo...y te sometieron a un juicio - 

- Ajá - 

- Te condenaron a la horca -

- Si -

- Te colgaron -

- Así como se escucha duele -

- Pero en vez de morir viajaste al pasado, conviviste con tus hermanos y hablaste con tus padres -

- No viaje al pasado, reconecte con mi alma y pude recuperar mis recuerdos, eso hizo que pudiera hablar una vez más con las memorias de mi familia que me dejaron antes de morir -

- Por eso -

- Bueno, que más entendiste -

- Luego resucitaste como zombie bajo un árbol en Proctor's Ledge -

- Exactamente -

- ¿Y todo eso en una noche? ¿Segura que no fue una alucinación? ¿Oh de verdad viajaste en el tiempo? - 

- Los vampiros no pueden alucinar Alastor - le recordé jugando con mi taza - Y no viaje en el tiempo -

- Eso se escucha como un viaje en el tiempo para mi - reafirmo su teoría menos loca. Después de nuestra mini aventura en Salem viajamos hacía Porvoo para pasar el rato y ponernos al corriente  de los nuevos acontecimientos que nos pasó. Ahora sabe lo que viví en el limbo -así lo denominé, suena bastante exacto a lo que significa estar entre la vida y la muerte-  y yo sobre cómo atrapó las almas de los ahorcados "con total voluntad de su parte" y "hablaron" hasta que regrese al plano terrenal, claramente ellos no lo describieron de ese modo.

- ¿𝐘 𝐞𝐬𝐭𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐬? - pregunta uno de ellos, creo que dijo que se llama Arturo, viendo un reloj en la pared; era antiguo y sale un pajarito cada que llega la hora en punto, lo que pasará en unos minutitos.

- Un reloj cucú - le dije tomando un sorbo de mi té de sangre de ciervo. Él parece entenderlo con una divertida cara seria, pero no le digo que se aleje del reloj, quiero ver que hace.

- ¡𝐐𝐮𝐞 𝐥𝐢𝐧𝐝𝐨 𝐣𝐚𝐫𝐝í𝐧 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞 𝐬𝐞ñ𝐨𝐫𝐢𝐭𝐚! - escuchó que grita Margaret, una dulce chica que corre entre las rosas que hace tiempo planté y los arbustos que crecieron por ahí. Era parte de las más jóvenes que Alastor trajo y la única que corre y corre sin temor a nada, toda una pequeña aventurera. Una muy muy pequeña niña aventurera. 

- ¡𝐍𝐨 𝐭𝐞 𝐚𝐥𝐞𝐣𝐞𝐬 𝐝𝐞𝐦𝐚𝐬𝐢𝐚𝐝𝐨 𝐌𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐞𝐭! ¡𝐋𝐢𝐥𝐲 𝐲 𝐄𝐥𝐢𝐳𝐚 𝐭𝐞 𝐬𝐢𝐠𝐮𝐞𝐧 𝐫𝐞𝐜𝐮é𝐫𝐝𝐚𝐥𝐨! 𝐄𝐬𝐭á𝐬 𝐧𝐢ñ𝐚𝐬... - ella es la señora Patty, una señora de unos treinta y algo que desempeña el papel de madre y cuidadora de los más jóvenes; puedo ver que se le da natural y podría apostar que tuvo algunos hijos antes de morir. Unos gritos exagerados seguidos de risas colorearon el ambiente de mi casa, el señor Robb jugaba con las niñas cargando a la mayor de vuelta al jardín, donde las otras dos aplaudían por ser las siguientes en ser cargadas. 

- 𝐑𝐞𝐥á𝐣𝐚𝐭𝐞 𝐮𝐧 𝐩𝐨𝐜𝐨 𝐏𝐚𝐭𝐫𝐢𝐜𝐢𝐚, 𝐧𝐨 𝐢𝐫á𝐧 𝐦𝐮𝐲 𝐥𝐞𝐣𝐨𝐬 𝐜𝐨𝐧 𝐞𝐥 𝐯𝐢𝐞𝐣𝐨 𝐑𝐨𝐛𝐛 𝐫𝐨𝐧𝐝𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐚𝐪𝐮í - resuena su voz como un tanque; fuerte y poderoso, gruesa como el general de un batallón pero con la personalidad de un abuelo consentidor. Era entretenido ver como convivían de formas más sanas y humanas, libres del dolor y el odio, me hacía feliz verlos felices. Incluso Tituba parecía disfrutar el Sol, oh eso parece, no es que vaya a preguntarle no quiero molestarla. 

Ojos BlancosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora