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- ¿Ellos ya están ahí? -

- No, vienen en camino, llegarán más tarde, ¿Tardarás en volver? -

- No estoy cerca, quizás tres días a lo mucho, dos y medio si voy a pie y no en avión -

- Nunca fuiste fan de volar de todos modos -

Tuve que ir a la biblioteca publica para usar un teléfono, el de mi casa no sobrevivió una estrellada a la pared - Iré lo más rápido que pueda, lo prometo -

- Bien, con cuidado Gigi -

- Adiós papá - colgué, mirando el teléfono como si esperara que volviera a sonar, no fue así. Salí del edificio colocando cuidadosamente la capucha sobre mi cabello para que el Sol no me tocara, Alastor ya estaba esperándome afuera, luciendo apático y desinteresado ante las personas que pasaban a su alrededor. Si su propósito es pasar desapercibido no lo está logrando, hay varias chicas -y algunos chicos- tomándole fotos y murmurando entre ellas, por suerte ninguna se ha acercado para hablarle.

- Vámonos - ordene al llegar a su lado, siguiéndome sin hacer preguntas. No necesitaba hacer maletas esta vez, tampoco preocuparme de cerrar la casa -apenas se mantiene de pie sola- o despedirme como hubiera sentido antes; debo irme y debo darme prisa, el tiempo no es amable y parece que toma velocidad con cada minuto que pasa.

Desearía poder solo...correr hasta llegar a casa...siempre fui rápida, no tanto como Edward, tal vez la segunda más rápida de la familia...Edward...EDWARD.

- Relájate o me comeré a todos aquí - advirtió en un susurro, pude ver que sus puños estaban apretados dentro de los bolcillos de su saco negro y su mandíbula tensa hacían marcar venas oscuras. Me mira de reojo, como si actuara por mi, mi furia personal lista para atacar - ¿Qué haremos ahora? -

- Lo que haré - recalqué la última palabra - Es ir a casa y ayudar en lo que pueda, apoyar como pueda -

- No puedes hacer mucho ahora, solo incomodar -

- Mi familia me necesita -

- Necesitan un detector de fantasmas en el mejor de los casos, ¿De verdad crees que puedes estar ahí? No eres lo suficientemente fuerte, todavía no -

- Lo mejor de todo esto es que no te pregunte lo que crees de mí, iré y eso es definitivo - dije enfrentándome a él, mirándolo sin titubear - ¿Porqué insistes en venir? Debes quedarte y cuidar de ellos hasta que vuelva -

- No soy niñero de nadie - gruñe y puedo verlo rodar los ojos con fastidio.

- Tampoco el mío, deja de intentar seguirme a todos lados - no espero a que conteste al seguir caminando. No sé si me sigue, nunca volteo ni escucho sus pasos cerca, pero es difícil oírlo cuando decide no zapatear contra el suelo. Mi casa esta cerca, unos pasos y-

El impacto llega de la nada, no tuve tiempo de procesar nada cuando el golpe llegó otra vez, y otra vez hasta que un árbol tras de mi se rompió; la realidad llegó de nuevo cuando una monstruosa mandíbula abierta estaba por comerme, me hice a un lado y di un golpe sin medir mi fuerza con el brazo derecho a su cara. Tambaleo y fue mi oportunidad para morder y desgarrar la masa que me pegaba al árbol partido, ruge e intenta de nuevo pero lo pateo y logro librarme de su agarre.

Saltó hacía atrás para ver mejor mi campo; creo que es Alastor, pero no es él en realidad; tiene una apariencia salvaje, como un gran depredador con un cráneo humano inundado de dientes afilados que parecen vidrios, cuencas vacías en negro con una pisca de luz que me siguen, el cuerpo largo y delgado como un gato con sarna, sus manos y pies -patas- tienen garras tan largas como espadas y filosas también. De la herida que mis mordidas dejaron salía el liquido negro del que existe, un remplazo de su sangre puede ser, evidencia de que puedo herirlo y detenerlo.

Ojos BlancosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora