44 • Joda

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Al igual que cuando llegamos a España, había demasiada gente esperando a su creador de contenido favorito.

Se escuchaban varios gritos tratando de llamar la atención a quienes fueron la razón por la que vinieron a ver; y, además, también habían carteles que, ya se imaginaran qué cosas contendrán, estaban a simple vista de todo el mundo.

Me encontraba del lado de la ventana adentro del vehículo, podía ver todo lo que pasaba con claridad.

Preguntas como "¿de dónde sacan para hacer todo esto?" se cuelan en mi mente.

Ya veo el porqué se organizan mucho más antes de la fecha, para ser precisos... un año.

Pasabamos por el lugar donde la gente se acercaba a la ventana para poder al menos vernos y darnos una ojeada. Si es que tienes suerte puedes dar un regalo de tu parte.

—Me regalaron...

—Un sus—Iván, que estaba a mi izquierda, se queda mirando al peluche que me acaba de dar una chica.

—Me dieron un among us.

Agarré el pequeño peluche en mis manos y lo examiné detenidamente: era de color (f/c) con una hojita en la cabeza.

Yo a veces me cuestiono, ¿dónde encuentran estos peluches? 

Siempre quise uno de estos.

Durante todo el trayecto nos fueron dando más y más obsequios, a algunos le dieron más, a otros menos, pero a mí solo me dieron unos cuantos. Era entendible, no soy la estrella acá.

La aglomeración inmensa de gente se podía ver desde muy lejos y no era la excepción. Me daba miedo.

No era exactamente un miedo, era un sentimiento que se asemeja a cuando sales a exponer frente a todo el salón y sabes que te están mirando fijamente.

Para algunas personas, no todas, les da miedo estar en un lugar con demasiada gente porque no se sentían cómodos al estar rodeado de todas esas personas.

En mi caso... eso me sucedía masomenos.

Atraje al peluche a mi torso, lo abracé y solté un suspiro.

—(t/n).

Spreen me llamó con un tono de voz bajo.

—¿Sí...?

—Tu ojo... ¿te duele?—preguntó preocupado.

Ahora que lo menciona, nadie había dicho nada sobre mi pupila. El único que lo había mencionado fue él en todo el día.

—¿Oh, esto? No, no me duele. Nunca lo hizo, así que estoy bien—sonrío—. No te preocupes.

Asintió con su cabeza y me devuelve la sonrisa.

—Está bien.

¿Por qué solo él podía verlo?

***

El regalo que más me causó intriga fue una llave pequeña. Estaba colgada a un collar que tenía la medida perfecta de mi cuello.

¿Por qué me regalarían un collar con una llave?

Salvo que quieran que entre a su casa, ahí si te puedo entender, pero...

Volviendo a la ocasión, me encontraba de pie rodeada de las demás personas que estaban esperando a que empezara este evento que se hace cada año.

Lo bueno es que, al llegar con ellos, no tengo que ponerme donde está todo el público y que estén empujando, sino que aquí si había suficiente espacio para todos e incluso había de sobra.

De casualidad | Spreen x túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora