49 • Decisión

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Un mundo ideal.

Un mundo ideal es aquel donde tú tienes el control total.

¿Qué es un mundo ideal?







Me tensé de pies a cabeza cuando abrí mis ojos y vi total oscuridad. El piso estaba frío, lo sabía porque estaba echada en el suelo y sentía mi espalda sobre esto último.

—¡¿(t/n)?!

Me senté y llevé mis manos hacia el suelo. Con un brinco ya me encontraba de pie. Tuve que mirar en la dirección donde creí haber escuchado la voz, pero todo estaba negro. Tragué saliva porque conocía aquella voz perfectamente.

—¿Iván?—grité de vuelta.

Miré en todas las direcciones con la esperanza de obtener alguna respuesta. Aunque fue en vano.

¿Acaso estaba muerta?

Wow. ¿Así se ve el infierno?

Solo recuerdo que estaba revisando una computadora y luego se fue la luz. Alguien me había agarrado la muñeca y...

—Aquí estabas—dijo su voz detrás de mí.

De inmediato, giré mi cabeza para verlo. Justo cuando coloqué mi mirada sobre él, la luz había vuelto a aparecer en un chasquido.

—Spreen...—me abalancé para abrazarlo—, estoy feliz de verte.

Pude sentir que se estremeció un poco, pero me devolvió el abrazo sobando mi espalda con su mano.

—Estamos bien, pero ellos ya se despertaron.












Deja de abrazarlo.



















—¿Sabes dónde estamos?—pregunté separándome del abrazo.

Yo... siendo sincero, no. No sé.

—No me digas que esto es el infierno. ¿O el cielo?

Lo dudaba mucho.

—Sería el cielo estando contigo.

Sentí que mis mejillas se sonrojaban por su comentario. Algo dentro de mi estómago empezó a revolcarse.

—Fuera de joda-se rió entre dientes—, ¿será un sueño? Porque si lo es tú serías parte de mi sueño.

—¿No sería al revez?—levanté una ceja confundida.

—Un sueño multijugador—respondimos los dos al unísono.

Los dos nos sonreímos al escuchar nuestra respuesta.

Aparté mi vista para poder observar bien mi alrededor. Un color blanco se extendía hasta donde mis ojos no podían llegar a ver. Debajo de mí, el suelo también era de ese color albino, con la diferencia de que podía ver mi reflejo.

—¿Terminaste de admirarte a ti misma?

—Oh, de qué hablas...—giré para mirarlo, pero me encontré con una sorpresa—. ¿Qué haces tú acá? ¿Dónde está Iván?

—Él también está con él mismo. Ya sabes, como yo, pero de él—ironizó.

—¿Qué?

¿Estaba tratando de hacerme confundir más de lo que ya estaba?

—Vayamos al grano-negó con su cabeza—. Yo también pasé por esto, por eso mismo también me encuentro hablando contigo.

Abrí la boca para responderle, sin embargo ella me interrumpió.

De casualidad | Spreen x túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora