CAPÍTULO 2: ALMAS GEMELAS.

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La castaña se dejó caer en el sofá bajo la atenta mirada del ojiazul. Ninguno dijo nada en ese momento y thomas, simplemente se puso delante de ella, esperando un regaño o algo similar por lo de grace, pero la joven solo se mantuvo callada.

—¿Estas molesta?—Pregunto viendo la seriedad en el rostro de la joven. Ella enarco una ceja al escucharlo y lo miro, confusa.—Solo preguntaba, eso es lo que demuestra tu expresión.—Comento con tranquilidad, haciéndola suspirar con cansancio.

—No estoy molesta, tom.—Murmuro con tranquilidad intentando no perder la paciencia como cada que hablaba con el ojiazul.—Solo pensaba.—Confesó mirándolo.

—¿En qué?—Consulto.

—En que espero no seas tan ingenuo de caer en los encantos de grace.—Le comento seriamente. Estaba segura que la rubia tenía algo entre manos y no algo bueno, pero todavía no había descifrado que era, aunque pronto lo sabría.—No lo tomes a mal, no creo que sea tonto o incapaz de darte cuenta de las cosas, pero solo te estoy avisando lo que presiento, tom.—Murmuro suavemente.

—Esta bien, Iris.—La miro.—Lo tendré en cuenta, aunque deberías saber que no eres bruja y no tienes los poderes de una para adivinar todo solo viendo a una persona.

—Lo se, pero tenlo en cuenta.

—Lo tendré, tranquila.

Thomas era demasiado egocéntrico como para dar su brazo a torcer contra ella o para siquiera darle la razón en algo, siempre había sido igual. Se conocían desde niños y él se negaba a darle la razón aunque fuera en la cosa más tonta, a pesar que la castaña pensaba en frío y él no, lo que la hacía tener razón la gran mayoría de veces cuando "discutian".

—Nos vemos luego, tom.—Se levanto de su asiento para salir de la oficina de thomas, dejándolo solo. Encontrándose con pol en la sala contigua.—No entiendo porque me preocupó por él, debería dejarlo que se choque la pared las veces que quiera.—Murmuro con cansancio viendo a polly.

—Lo amas, es por eso.—Aseguró recibiendo una mirada de desaprobación por parte de la castaña, que no pensaba igual.—Los conozco desde que son niños a los dos, se perfectamente que lo amas y que darías todo por mi sobrino, Iris.—Insistió mientras ambas abandonaban la casa de apuestas.

—Créeme polly, estoy segura de que no lo amo y de que nunca podría amar a un hombre como thomas.—Aseguró manteniendo su mirada al frente.—Lo conozco, por eso lo tengo claro.

Asintió levemente.—El tiempo me dará la razón, mi niña. Todo es cuestión de tiempo con ustedes dos.

—¿Cuando vas a rendirte con ese cuento de las almas gemelas?—Pregunto con una sonrisa divertida curvando sus labios. Había perdido la cuenta de cuantas veces le había dicho que ella lo amaba y que estaban destinados a estar juntos.

—Nunca, porque lo se.—Insistió nuevamente.—Solo que a ustedes les gusta negarlo y hacerse los indiferentes, como sino matarían el uno por el otro, y esas mierdas.

—Claro que mataría por tom, pero eso no quiere decir nada, porque haría eso por todos ustedes.—Aclaro rápidamente mirándola.—Somos una familia, para eso estamos.

—Por supuesto, cariño.

—No vas a superarlo, ¿No?

Pol negó.—No, nunca. Se de lo que estoy hablando Iris y se como son las cosas entre ustedes. Solo ten paciencia y el tiempo me dará la razón, como siempre..

—Almas gemelas..—Murmuro saboreando aquella frase, intentando imaginar a tom como su alma gemela y el amor de su vida, pero no lo visualizaba de esa forma.—Cuando me case con él, te daré la razón.—Le aseguro.

—Esta bien, me parece lo correcto.

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