CAPÍTULO 5: LÁGRIMAS SILENCIOSAS.

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Las grandes puertas del garrison fueron abiertas cortando el dulce canto de Grace. Los dos presentes dentro del lugar observaron las puertas encontrándose con la castaña que estaba empapada por la lluvia de afuera.

La ojiazul los miro seriamente. Grace estaba sobre una silla y thomas sentado frente a ella, mirándola. Todo era un poco extraño, y no puedo evitar sentirse molesta ante eso.

Quería mandarlo al diablo, pero no lo hizo.. No en ese momento.

—Lamento interrumpir su hermosa velada.—Murmuro con ironía, sin sacar su mirada de thomas, que no fue capaz de mirarla.—Solo pasaba a esperar que la lluvia se calme, pero no quiero molestarlos. Ya me voy.—Aclaro mirando a Grace, quien le sonrió ligeramente con timidez. No le contesto aquella sonrisa.

—No hace falta que te vayas, Iris.—Intervino thomas, mirándola por un breve momento.

La castaña negó soltando un suspiro pesado.—Si, claro que hace falta que me vaya, Tom.—Aseguró con la voz apagada, dándose media vuelta para volver a salir del lugar, volviendo a sentir como la fría lluvia volvía a abrazar su cuerpo.

Sus lágrimas silenciosas comenzaron a mezclarse con las gotas de lluvia que mojaban su rostro. No sabía porque se sentía de esa forma, solo sucedió y no podía frenarlo...

Thomas no la siguió esa noche y todo se sintió peor dentro de su pecho. Hace tan solo un día le juro que no podía sin ella ¿Y ahora no era capaz de ir detrás de ella para ver si estaba bien?

Por eso mismo estaba tan segura cuando decía que jamás podría estar enamorada de un hombre como lo era Thomas shelby, porque duele estar con un hombre como él y ella no quería pasar por eso, no era tan fuerte como todos pensaban.

Solo le quedaba volver a casa y fingir que nunca nada sucedió entre ellos dos... Se había acabado para siempre, estaba segura de eso.

[>>>]

Se sentó en la silla de su escritorio en la casa de apuestas intentando seguirle el ritmo a los chicos que estaban anotando las apuestas de ese día, pero simplemente no podía hacerlo. Su cabeza la estaba matando y sentía mucho frío, en cualquier momento iba a desmayarse.

Sintió la mano de john en su mejilla y luego subió hasta su frente. Lo miro confusa y con una sonrisa dulce adornando su rostro.

—¿Qué pasa?—Pregunto.

—Estas hirviendo, amor.—Murmuro con preocupación viendo las mejillas sonrojadas de la castaña.—Deja todo esto, tienes que descansar, Iris.—La tomó de la mano guiandola hasta el pequeño salón de reuniones.

La hizo sentar en una de las sillas y volvió a verificar lo que creía. La castaña tenía fiebre y parecía estar realmente alta.

—¿Qué ocurre?—Pregunto thomas entrando a la habitación, observando la situación. Polly se acercó, para verla con más claridad.

—Creo que tiene fiebre.—Contesto john.

—¿Te sientes bien? ¿Saliste en la lluvia anoche?—Pregunto poniendo su mano en la frente de la castaña.

—No, polly, tranquila. Solo debe ser un resfriado.—Murmuro con su mirada puesta sobre thomas. No le dijo la verdad a polly para evitarse un cuestionario de preguntas.—Tendré que ir a casa.

Thomas asintió.—Vamos, te acompaño.

—John va a acompañarme, no tienes que preocuparte.—Murmuro levantándose de la silla. No iba a estar a solas con thomas, porque sabía que no podía controlar la situación con él.

—John tiene trabajo que hacer, Iris. Te acompaño yo.—Insistió, haciéndola suspirar con cansancio. Se sentía demasiado mal como para discutir asíque simplemente asintió.

—Pasare a verte en la tarde, cariño. No te levantes de la cama.—Murmuro polly como toda una madre preocupada.

—Cuídate.—Pidió john.

—Adiós.. Nos vemos mañana.

No sabía que quería thomas, pero la preocupaba. No estaba bien como para hablar o discutir, mucho menos para pensar en lo de anoche.

Solo quería fingir que nada paso, porque eso era más fácil y menos doloroso que afrontar la situación real.

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