CAPÍTULO 34: UN DÍA GRIS.

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La vista de la castaña estaba puesta en la ventanilla del auto, observando como las gotas de lluvia se deslizaban por la misma hasta desaparecer en el borde de la puerta. Sus ojos azules estaban cristalizados acompañando el clima gris de ese día, la joven estaba usando todas sus fuerzas para no dejar caer sus lágrimas.

—Todo estará bien.—Aseguro el hombre que iba a su lado, manejando. Su vista cayó sobre la mano del pelinegro, que le acariciaba la pierna. No contestó y siguió mirando el camino, ese que tanto conocía.

Habían pasado varios meses por no decir dos años desde que se había ido de su hogar para estar lejos de Thomas y ahora estaba volviendo para enterrar a su padre. No sabía en que momento eso había sucedido, pero se lamentaba tanto no haber estado junto a su padre.

Bajo del auto viendo la iglesia frente a sus ojos sintiendo como un escalofrio le recorría todo el cuerpo. Nose sentía capaz de caminar y no lo hizo hasta que sintió la mano del pelinegro en su espalda baja insitandola a avanzar, y eso hizo.

Cuando abrieron las puertas todas las miradas cayeron sobre ellos. La primera en salir corriendo fue Victoria, que se aferro a su hermana mayor como si su vida dependiera de eso. Iris beso su cabello y siguió avanzando hasta llegar junto a su madre y Polly.

—Es bueno verte, lamento que sea en estas circustancias.—Murmuro Polly en un tono suave antes de darle un corto abrazo.

—Lo mismo digo, Pol.

—Iris..

Antes de que la castaña pudiera darse cuenta unos brazos la rodearon en un fuerte abrazo que casi la dejo sin aire, pero no podía negar que lo necesitaba con todas sus fuerzas.

—Johnny Boy.—Murmuro sin romper el abrazo, escondiéndose en el pecho del ojiazul.—Te extrañe tanto.—Confesó antes de separarse.

—Y nosotros a ti.

La castaña lo miro con una sonrisa débil, pero su mirada se concentró en el hombre detrás de John. Él la miraba con tantas emociones juntas que no lograba descifrar de que forma la miraba, de todas formas toda su atención fue robada por el niño que sostenía entre sus brazos.

—Es su hijo.—Confeso John, sabiendo que era lo que ella estaba mirando con tanta atención. La castaña volvió a mirarlo, saliendo del transe.—Se llama Charlie, lo amaras.

Negó.—No, John.. No voy a conocer a ese pequeño. Es mejor así.

—Entiendo.

Rápidamente su atención volvió a su madre que estaba hecha pedazos abrazada así misma. Victoria volvió acercarse con una rosa en la mano, entregándosela.

—¿Y esto?

—Para papá.. así puedes despedirte de él..

Asintió mirando la rosa entre sus manos antes de acercarse al ataud de su padre y nuevamente sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Te extrañare tanto.. —Susurro dejando caer las primeras lágrimas de la noche.—Lamento haber sido una hija tan rebelde.. Extrañare tus regaños de siempre. Cuidare de Vic como si mi vida dependiera de eso, lo prometo.—Musito notando como alguien se paraba a su lado.

—Lamento esto, Iris. Realmente lamento todo.—Murmuro mirándola, pero ella mantuvo su mirada al frente.

—No te preocupes, Thomas.—Contesto de forma tajante antes de dejar la rosa sobre el ataud dejando a la vista el anillo en su dedo anular.

—Iris.. Tú..

—Adiós, Thomas.

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