✘Capitulo 37✘

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Dana

Lia está quitándole las esposas a James. Mientras Amelie abraza por décima vez a Kail. La pobre mujer intenta guardar la compostura pero ha llorado ha varias veces mientras se despedía de su hijo. Yo estoy apoyada en la guía de la puerta con el ceño fruncido. Sé que tienen que irse, pero eso no lo hace más fácil.

Kail se gira y sonríe, seguramente por la cara que tengo. Le dice algo a su madre que no logro oír y se acerca.

-¿Qué pasa cielo? -pregunta cogiéndome de la mano.

-Acabo de recuperarte y estás apunto de irte de nuevo. -me encojo de hombros.

-Está vez no será durante tanto tiempo. -me acaricia la mejilla con su mano libre.

-Sé que esto es lo correcto, que debes ir y arreglar todo este lío... Pero es que una parte de mi desea ser egoísta y que pedirte que te quedes. Que te quedes conmigo el tiempo que le quede a este mundo roto.

-Cielo... -gruñe. -Yo sería capaz de hacer el mundo arder por ti, si me lo pides. Dana si me lo piedes no iré a ningún lado, me quedaré contigo y que le den al mundo entero. Que ardan todos, no me importa.

A medida que estaba hablando se iba acercando más a mí hasta que ha acabado a escasos centímetros de mi cara. Sus palabras han hecho reaccionar a todo mi cuerpo. Me aguanto las ganas que tengo de besarlo, no porque haya más gente en la casa seguramente mirándonos, sino porque si lo hago no seré capaz de dejarlo ir. No podré.

Pongo una mano en su estómago, en un intento por mantener las distancias y niego suavemente.

-Si queremos esa vida aburrida juntos, debemos arreglar el mundo primero. -susurro.

-Es lo único por lo que estoy haciendo esto. -me asegura.

-Chicos... -nos interrumpe Lia. -Es la hora. El cielo cada vez está más oscuro... Deben volver ya al infierno.

Kail no aparta la mirada, solo me mira a mi. Muy serio. Está esperando. Espera a que lo pida. Hablaba en serio, sé que lo hacía. Si le pido que se quede lo hará. Pero para ser sincera conmigo misma, los pocos días que el mundo siguiera en pie, no podría disfrutar del tiempo con Kail porque me sentiría muy culpable por haber sido egoísta.

Le asiento a Lia que sigue esperando y ella se retira con una sonrisa triste. Acaricio el rostro de Kail que sigue mirándome.

-No podemos ser egoístas. -le digo.

-Lo sé. -niega apartándose. -Pero ni mil torturas del infierno duelen tanto como separarme de ti.

Unos minutos después estamos Lia y yo sentadas en el sofá solas. Llevamos sentadas aquí en silencio desde que Kail y James salieron de la casa en dirección al infierno. Los demás se fueron yendo poco a poco hasta que nos quedamos solas.

-Deberiamos prepararnos. -rompe el silencio.

-¿Crees que saldrá bien? -pregunto en voz baja.

-Hemos estado aguantando golpes sin parar desde hace meses, creo que ya nos toca a nosotros que algo nos salga bien. -se encoje de hombros.

Asiento. Tardo unos minutos más en ponerme en pie pero Lia espera pacientemente sin decirme nada. Entiende que es duro dejar ir a Kail de nuevo. Lia ha sido un gran apoyo, agradezco al universo que la haya puesto en mi camino. No sólo es mi mejor amiga, es mi familia. Yo moriría por ella y sé con total certeza que ella moriría por mi.

-Hemos quedado en una hora con los demás en casa de Amelie, ahí será el punto de encuentro si Lucifer pica en el anzuelo. -me informa cuando me ve levantarme. -Seth y los demás ya están ahí. Daeve iba a dejar a Alis en casa antes. No sabemos cuanto tardarán los chicos en convencer a Lucifer de lo que dicen o si lo conseguirán, pero por si acaso debemos estar todos en nuestros puestos.

-Bien. Entonces deberíamos salir ya. -digo cogiendo las llaves del coche y tocando con la punta de los dedos la daga demoniaca que guardo en mi cazadora, asegurándome de que la llevo encima.

Lia conduce sin prisa, bastante calmada. Incluso ha puesto música y se la ve relajada. La miro extrañada y se da cuenta.

-Quizás muramos todos hoy. -me dice. -No quiero morir amargada.

Estoy a punto de contestarle cuando la chica frena el coche bruscamente y tengo que agarrarme al salpicadero para no estrellarme. Miro primero a Lia que tiene la vista fija en la carretera y luego sigo su mirada hasta las dos figuras que la han hecho frenar de golpe.

-Angeles. -digo cuando siento la esencia.

-Arcageles. -aclara ella.

Un escalofrío recorre mi cuerpo, pero intento mantener la calma. Nos bajamos del coche con cautela y ellos se acercan.

Dos hombres, uno alto y rubio con mirada seria y un chico cobrizo justo detrás de él.

-Hola Dana. -dice el hombre rubio.

-No tengo el placer de conocerte. -digo.

-Miguel.

No he podido evitar abrir muchos los ojos cuando ha dicho su nombre. Mierda, esto cada vez tiene peor pinta.

-Y él es Uriel.

-Supongo que no es una visita amistosa. -digo.

Miguel niega con la cabeza y mira a Lia por primera vez desde que nos hemos bajado del coche, luego vuelve a mirarme.

-Dos arcángeles han venido a buscarme, me siento importante. -no sé de dónde saco las fuerzas para bromear. Deben ser los nervios.

-Has estado comportándote de manera muy imprudente. -habla Uriel. -Has matado a tantos ángeles que hemos perdido la cuenta, así que pensamos que si no puedes enviar a nadie a hacer el trabajo...

-Deberiais estar encargandoos del fin del mundo, ella ya no tiene mucho que ver en esto. Los sellos han sido rotos. Eso es lo que deberíais haber evitado.-interviene Lia que se mantiene a mi lado en una pose protectora.

-Ya no cumple su función. -le responde Miguel. -La llave debe volver al cielo. De lo demás nos encargaremos luego.

-Y una mierda. -gruñe Lia.

-No tienes que preocuparte, acabaremos con él apocalipsis. Pero si no recuperamos la llave seguirá habiendo un cabo suelto muy peligroso. -añade Uriel.

-Si queréis la llave os la doy encantada. -digo. -No la quiero, solo me ha dado problemas.

-¿Morirá? -pregunta Lia.

-Si. -responde tanjante el chico de pelo cobrizo.

-Pues ni de coña. Sobre mi cadáver. -para enfatizar lo que dice pone sus ojos completamente negros y da un paso para ponerse frente a mi.

-Será un placer. -sonrie Miguel.

Perdición (Inferno III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora