Perdición (Inferno III)

✘Capitulo 3✘

Kail

La ceniza que cae del cielo tintado de rojo, cubre todo cuanto mi vista es capaz de captar. Los gritos desgarradores no cesan ni un segundo, el olor a carne quemada inunda el ambiente. Hogar, dulce hogar.

Acabo de volver de una expedición en la tierra, el penúltimo de los sellos ha sido roto. Eso consigue que mi humor haya mejorado considerablemente, solo queda uno y ya no tendré que pasar tiempo entre esos asquerosos simios idiotas.

Estoy en el único sitio del infierno donde encuentro un poco de paz, los calabozos. Sé que a Lucifer no le gusta que esté aquí, me lo ha prohibido. Como si se me pudiera prohibir algo.

-Hacía semanas que no te veía. - una voz familiar me hace apartar la vista de la ventana por la que miraba.

-He estado ocupado. - me encojo de hombros.

-¿Nada interesante que hayas visto ahí arriba? - pregunta uno de los condenados que ocupan estas celdas.

Cuando no estoy matando, amenazando o sembrando el terror, bajo aquí y a veces hablo con él. Es el único que se atreve a dirigirme la palabra y es una de las razones por las que mi padre odia que venga. No le gusta que pierda mi tiempo con los condenados.

-Asquerosos humanos, nada nuevo.

No consigo verle bien, nunca se deja ver, se mantiene en la sombras y su voz suena débil. Lo que me indica que ya debe de haber sido torturado hoy.

-Mi señor, su padre lo busca. - uno de los demonios se acerca.

Asiento y sin prestarle mucha más atención al hombre de la celda salgo disparado hacia la gran estancia, donde sé que me espera Lucifer.

Cuando los dos demonios que custodian la puerta me dejan pasar lo veo sentado en su silla.

-Padre.

-¿Dónde estabas? - pregunta sin prestarme mucha atención.

-Necesitaba despejarme, pasar tanto tiempo entre humanos siempre me deja mal sabor de boca.

-Pues lamento decirte que debes volver, no logramos localizar al último sello.

-Lo encontraré. - aseguro.

-Eso espero, esto se está alargando y los ángeles ya están incordiando demasiado. Prepárate, sales dentro de tres días. No podemos perder tiempo.

Asiento y me retiro. Suspiro, esperaba no tener que volver tan pronto. No soporto estar en la tierra. Consigue que la rabia que siento se intensifique, algo que creía imposible. La siento todo el tiempo, pero cuando estoy arriba se vuelve abrumador.