✘Capitulo 41✘

45 4 0
                                    

Dana

Horas. No sé bien cuántas han sido, pero han pasado horas desde que Miguel y Uriel me llevaron con ellos. La última vez que me secuestraron fue algo parecido, acepté irme voluntariamente para salvar a alguien que quiero. Primero mi padre y ahora Lia, pero seguramente hubiera hecho lo mismo por cualquiera. Parece que no puedo evitar la muerte.

Esta noche es la luna llena que necesitan para el ritual, no estaré semanas secuestrada como la otra vez y al contrario de como me trataron Reese y Amenadiel, los arcángeles me tienen sentada en un sofá esperando pacientemente a que llegue la noche. Ni siquiera estoy atada, saben que no intentaré irme, es imposible que consiga salir de aquí.

A unos metros de donde me encuentro, Uriel pinta un pentágono en el suelo con unos símbolos, que me resultan familiares. Justo encima del pentágono, en el techo hay una claraboya por donde entrará la luz de la luna me imagino. No sé bien dónde estamos, pero parece un atico normal y corriente. Modernito diría yo. Al menos no moriré en un sitio sucio y viejo, fijate...

Espero al menos que Kail y los demás consigan acabar con Lucifer y parar el apocalipsis. Kail. Al pensar en él la angustia se apodera de mi y me da un retortijón el estómago. Acabo de recuperarlo y ya el universo nos ha separado de nuevo, y esta vez definitivamente.

Me duele imaginarmelo, cuando Lia le cuente lo que ha pasado. Me arde en el alma destrozarlo así.

Lo nuestro sin lugar a dudas no tenía ningún futuro, estaba condenado al fracaso desde el principio. Lo sabía, en el fondo lo sabía, que no llegaríamos a ser felices juntos... Pero una parte de mi lo deseaba tanto que ya hasta me había imaginado en mi vida humana aburrida, con Kail a mi lado cada noche en la cama. Estúpida. He sido una estúpida. Si me hubiera resignado a la muerte desde que descubrí lo que era, todo hubiera sido más sencillo.

Mi vida solo ha servido como un único propósito, guardar la llave, esconderla. Y he fracasado. No puedo lamentarme de las consecuencias que se me vienen encima ahora.

-Ya solo quedan horas y todo habrá acabado. -la voz de Miguel a mis espaldas me sobresalta y no puedo evitar dar un saltito.

Unas horas y todo habrá acabado, yo ya habré dejado de existir.

-No creo que vivas mucho después de sacar la llave de tu interior, ¿tienes alguna petición sobre dónde dejar tu cuerpo? -pregunta el arcángel.

-Vaya que considerado. -me burlo.

-También puedo tirarte como si fueses basura, es más, eso haré. -se encoge de hombros. -No sé por qué intento hacer una buena obra.

-¿Quién lo diría no? Ni que fueses un ángel...

Esta vez sí parece que le ha molestado mi comentario porque me lanza una mirada que si fuese posible acabaría conmigo, no lo dudo.

-Hablas como si tú fueras mejor que nosotros. Mejor que yo. -dice entonces.

-Yo no mato a gente inocente en el nombre de Dios.

Suelta una carcajada.

-No Dana, tú solo correteas por ahí con demonios y te revuelvas con el anticristo. -escupe cada palabra con rabia. -No irás al cielo cuando mueras, no es posible después de estar con tus amiguitos.

No puedo evitar sentirme mal por sus palabras, porque aunque nunca lo había pensado, no quiero ir al infierno. Siempre creí que era buena persona, incluso cuando ya había perdido la cuenta de cuántos impuros y demonios había matado para defender mi vida.

-Si voy a ir al infierno por querer a Lia, que ha sido mi compañera durante más de un año o a Eyden que era un sol y nunca me dejó sola... Si voy a ir al infierno por amar a Kail más que a nada, entonces está bien. Iré con la cabeza bien alta. Iré al infierno por haber elegido a mi familia. -una lagrima rebelde baja por mi mejilla cuando acabo mi discurso.

-Es asqueroso como hablas de ellos. -arruga la nariz.

-Tengo la sensación de que ellos, siendo demonios saben lo que es querer, perdonar y sentir más de los que vosotros siendo ángeles podéis. Tengo la certeza de que sois los seres más fríos con lo que me he cruzado nunca.

Uriel se acerca a Miguel y le susurra algo al oído, el arcángel que no ha apartado su mirada de mi asiente a su compañero antes de hablar.

-Deberias pensar en todo lo que has dicho niña, encontrar la paz antes de la hora del ritual. Reza todo lo que te sepas a ver si Dios te perdona y te libras de la tortura eterna.

-Metete esos rezos por donde te venga en gana. -le enseño el dedo medio.

Poco después se retiran dejándome sola, me echo para atrás en mi asiento y me quedo mirando el pentagrama en el suelo.

Rezar... Si fuese por mi haría arder el cielo entero, que se quemen todos esos falsos, yendo de buenos y justos. Y una mierda. He visto más amor en los ojos de demonios que en esas dos estatuas de porcelana que me han secuestrado.

Moriré hoy. Iré al infierno. Pero no bajaré la cabeza ante los arcángeles, no me verán arrepentirme de haber luchado ni de haber amado.

Perdición (Inferno III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora