✘Capitulo 38✘

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Dana

El arcángel da un paso hacia nosotras y apenas soy capaz de registrar lo rápido que se mueve, pero en un parpadeo tiene a Lia con la cara pegada al suelo. Su pie presiona la cabeza de la chica mientras le sostiene uno de los brazos en alto, en una especie de llave.

El horror cruza mi sistema cuando soy consciente de la escena. Intento acercarme pero Uriel chista detrás de mí.

-Yo que tú me quedaba quietecita. -dice y soy capaz de notar la advertencia en su voz.

No me acerco, no por miedo a lo que pueda hacerme a mi, sino por ella.

Miguel aprieta más el pie y la chica se queja en respuesta con un gruñido escalofriante. Miro a Lia sin saber bien qué hacer, la angustia se apodera de mi. En el rostro de la chica se empiezan a marcar venas completamente negras.

-Para por favor... -suplico.

Miguel, que no ha apartado su vista de mi, sonríe y niega.

-Ella te vendería por mucho menos. -me asegura.

Estoy a punto de contestarle cuando saca una daga de algún lugar en su costado y se agacha, quedando a la altura de la chica demonio. Desde donde estoy puedo ver la daga perfectamente. Una daga angelical.

-¡No! -grito en cuanto acerca el arma a su cuello.

Lia se retuerce en un intento por zafarse del agarre, pero falla. No es tan fuerte con el arcángel. Miguel ignora mi grito y desliza la daga por la cara de la chica, dejando un feo corte en su mejilla. Lia grita con tanta fuerza que tengo que cerrar los ojos por la impotencia de no poder hacer nada...

Sé que ese corte ha sido profundo, pero también sé que si no fuera una daga angelical apenas habría sufrido dolor alguno. También sé que esa herida no empezará a curarse al cabo de los minutos por si misma. Y sé con total seguridad que no sobrevivirá a esto.

Uriel se ríe a mis espaldas y cuando intento acercarme a la chica se apresura a sujetarme de un brazo. Apenas lo pienso cuando mi poder actúa por si sólo defendiéndome de lo que la llave en mi interior identifica como un ataque, una descarga me recorre el cuerpo entero lanzando a Uriel varios metros lejos de mi.

No le presto atención a lo que acabo de hacer, ni a los insultos que me dirigue el arcángel mientras se levanta del suelo. Todos mis sentidos están puestos en Lia.

-No hagas esto más difícil. -gruñe Miguel.

Coge a Lia del pelo con brusquedad y la gira, en el proceso la chica se golpea fuertemente el cráneo contra la dura carretera y se queda visiblemente aturdida.

Para este punto ya estoy hiperventilando, sé que el truquito de lanzar a Uriel por los aires no me ayudará a salvarla. Son arcángeles y poco puedo hacer para defendernos de ellos.

Entonces Miguel levanta la daga y la clava en el estómago de la chica. El aire escapa de mis pulmones a la misma vez que ella grita. Miro a Miguel horrorizada mientras el saca la daga sin cuidado y le limpia la sangre en su bata.

-Asqueroso. -murmura.

Verla desangrarse en el suelo mientras se sujeta el estómago sin parar de gritar me lleva de vuelta al recuerdo de la muerte de Eyden. No puede estar pasando otra vez, no puedo estar a punto de perder a otro amigo... No, no lo permitiré.

-Acaba con esto de una vez. - le dice Uriel.

Miguel pone cara de asco y vuelve a levantar la daga sobre Lia, esta vez apunta a su corazón.

-¡Para! Haré lo que quieras... -le ruego desconsolada. -Por favor, ¿quieres la llave? Te la doy. Es tuya. Pero por favor... la estás matando. Detente.

-¿Darías tu vida así de fácil a cambio de la de un sucio demonio? -pregunta asombrado.

-Ella es mi familia. -digo entre sollozos.

No sé si lo hago para reforzar lo que pido o porque simplemente las rodillas me fallan a causa de las emociones, pero caigo al suelo de rodillas.

-Es patético. -murmura Uriel.

Pasan unos segundo agobiantes en los que Miguel sopesa la situación. Al final baja la daga y asiente complacido. Un suspiro de alivio sale de mi.

-Vamos. -le hace una señal a Uriel quien me agarra de un brazo y tira de mi alejándome de Lia.

-Dana... No... -se esfuerza por hablar la chica.

-Todo irá bien. -le digo por encima de mi hombro. -Estarás bien, Amelie te encontrará y estarás bien. -le sonrio en un intento por tranquilizarla.

Y entonces, sin que me dé tiempo a asimilar nada, Miguel llega hasta nosotros y tras agarrarme del otro brazo, una luz blanca intensa nos envuelve y todo se desvanece a nuestro alrededor.

Cierro los ojos e intento convencerme de que Lia estará bien, de que he hecho lo correcto y que aunque ellos parecen los malos solo quieren poner la llave a salvo... Me digo mil mentiras mientras aprieto fuertemente los ojos.

Perdición (Inferno III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora