✘Capitulo 44✘

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Dana

Despedirme de los demás tampoco fue fácil. Muchos intentaron detenerme, Lia intentó atacar a Gabriel. Solo Amelie y Eyden parecían entender el por qué de lo que estaba haciendo. Les he pedido que llamen a mis padres, que les digan que morí, que se inventen lo que quieran, pero necesito que les digan que he muerto, que no me esperen y no guarden la esperanza de volver a verme.

Sé que Kail va ha odiarme por esto, sé que se despertará enfadado por haberlo dejado inconsciente, pero lo conozco lo suficiente como para saber que no iba a dejarme marchar. Habría iniciado una guerra con el cielo por mantenerme con vida. No puedo permitirlo. Lo que estoy haciendo es, de alguna manera, firmar una tregua entre el cielo y el infierno.

Ahora estoy en el mismo apartamento al que me llevaron Miguel y Uriel cuando me secuestraron, solo que esta vez también está Gabriel presente. La mujer parece igual de devastada que mis amigos por mi final. Supongo que se debe a que era su responsabilidad cuidar de mi, y al parecer ha fracasado tanto como yo.

-Es la hora. -me informa Uriel.

Asiento y me levanto del sofá. Me tumbo en el circulo dibujado en el suelo. Tiendo los brazos. No es la primera vez que hago esto y sé que necesitan cortar mis venas...

Unas mujeres que intuyo, son las brujas que harán el cántico con el que suelo tener pesadillas, me rodean.

Gabriel aparece a mi lado y se agacha, me acaricia el pelo. Una lagrima baja por su mejilla.

-No sabes cuanto lo siento pequeña...

-No te preocupes, estoy en paz. -le aseguro. Y no miento, no hay odio en mi corazón y aunque me gustaría que las cosas fueran de otra manera, entiendo que deba acabar así.

Gabriel asiente y coge una daga a su derecha. Una parte de mi siente tranquilidad al saber que lo hará ella. Me parece poético que acabe ella con mi vida, la encargada de protegerme.

Los cánticos de las mujeres empiezan. Entonces cierro los ojos y siento el metal frio de la daga en mi brazo izquierdo. El dolor no tarda en llegar, Gabriel abre mis venas y a mi me arde todo el cuerpo. Para cuando acaba con el otro brazo siento un dolor tan atroz que creo que me voy a desmayar.

La luz no tarda en llegar, como la otra vez, la siento abandonar mi cuerpo, me pide que la deje ir, que la suelte. Esta vez, por el contrario, no me aferro a ella. Obedezco a su petición y la voy soltando. No es tan agresivo como cuando los demonios me forzaron ha hacerlo, Gabriel intenta ser cuidadosa.

Apenas puedo mantenerme despierta para cuando acaban. Mi corazón cada vez late más despacio, lo noto. Oigo como Miguel se marcha con Uriel y la llave. Pienso que me he quedado sola cuando vuelvo a sentir la mano de Gabriel en mi pelo.

-Aguanta niña. -me suplica. -Aguanta...

Entonces alguien coge mi mano y ese olor... su olor. Kail. Sonrío o eso creo. Al menos moriré con él. Paz, siento paz al fin. No tengo miedo, al fin podré descansar.

-Todo irá bien cielo. -me asegura su voz.

Pero ya no lo escucho, no le hago caso. Me falla la respiración, y un frío helado me invade todo el cuerpo.

-Yo Damián, con mi verdadero nombre, anticristo y rey del infierno te juro lealtad a ti Dana Hunter. Uniendo así nuestras vida, para que tu corazón lata hasta que lo haga el mio.

Siento como un golpe de energía me golpea y el aire llega a mis pulmones de nuevo. Abro los ojos de golpe y todo me abruma, es como si estuviera viendo por primera vez. Ojeo la habitación donde me encuentro, los colores parecen más vividos ahora. Siento el aire, veo las motas de polvo flotar. Lo veo todo, lo siento todo.

-Cielo...

Me giro bruscamente hacia Kail. Está mirándome expectante a su lado se encuentra Gabriel con una pequeña sonrisa.

-¿Qué has hecho? -le pregunto al chico de ojos grises.

-Darte una nueva oportunidad. Darnos una oportunidad a ambos.

Perdición (Inferno III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora