✘Capitulo 40✘

36 4 0
                                    

Kail

Bajo las escaleras de piedra prácticamente a oscuras, no me encuentro con nadie hasta que llego a las puertas de las mazmorras. Dos guardias esperan frente a las puertas, pero apenas me miran cuando paso entre ellos.

Tengo el corazón a mil por ahora mientras avanzo entre las mazmorras. Un olor a azufre invade todo a mi alrededor. Camino ignorando los gritos de los condenados y las miradas de los demonios que se los llevan a las salas de tortura.

Pero toda la frialdad que aparento desaparece cuando llego a la última celda de la estancia. Me paro frente a los barrotes y se me corta la respiración.

-Hacia tiempo ya que no venías a charlar. -me dice una voz que se mantiene en la oscuridad, como siempre que hablábamos, nunca me mostró su rostro.

Estoy tan jodidamente nervioso que incluso tengo ganas de vomitar. Intento hablar varias veces pero mi voz no responde.

-No estás muy hablador hoy. -insiste la voz.

Su voz.

-He estado ocupado. -me obligo a hablar. -He estado con Lia y Dana.

Espero una reacción, que se deje ver o que diga algo pero no pasa nada. Se mantiene en completo silencio y a mí me están matando los nervios. Un nudo en el estómago tan grande que duele.

-Están bien. -prosigo. -Layla también, y la bebé es preciosa. Se parece mucho a ti. -una sonrisa brota de mis labios al pensar en la pequeña.

-Sabia que ellos te harían volver. -dice tras unos segundos de silencio.

Entonces oigo pasos y entre la penumbra se asoma una silueta, una silueta que va cobrando sentido a medida que la luz le va dando. El chico de pelo oscuro y rizado aparece ante mi. Lo único que se interpone entre nosotros son unos barrotes oxidados.

-Hermano. -sonrie al verme.

-Eyden... -murmuro.

No puedo evitar estar sorprendido, sabía a ciencia cierta que él estaba aquí porque lo recordaba perfectamente y James me lo había confirmado, pero verlo... Después de creerlo muerto, parece irreal.

-Me alegra verte. -dice. -Verte de verdad, no a ese cascarón vacío que venía de vez en cuando a hablar conmigo.

Niego con la cabeza y le devuelvo la sonrisa.

-Debiste dejar que te viera antes.

-No podía. El borró todo, lo cambio por malos recuerdos. -hace una pausa. -Sabia que a mí me había borrado del todo, no parecías reconocer mi voz. Quizás si me veías podía causarte un shock y a saber qué te podría haber pasado.

-Quizás me hubiera quedado tonto. -bromeo.

-No creo que sea posible ser más tonto de lo que lo eres ya.

Suelto una carcajada y Eyden me sigue. Suspira y se pasa la mano por el pelo, lo lleva un poco más largo ahora.

-¿Ella está bien? -pregunta serio.

-Es más fuerte de lo que crees.

-¿Sabe que estoy vivo?

-No. Quería asegurarme, no darle falsas esperanzas.

-Bien. -suelta el aire que estaba conteniendo. -¿Cómo se llama?

-Evelyn. Es preciosa, de verdad. Es igualita que tú, algo más lista con tan solo un año...

Eyden se ríe ante mi comentario. Luego nos quedamos mirándonos sin saber bien qué decir. Hay muchas cosas que preguntar, muchas cosas que tengo que decirle. Pero apenas tenemos tiempo, si tardo de más podría levantar sospechas en Lucifer.

Saco una caja con símbolos pequeña de mi abrigo y se la tiendo al chico que la recibe a través de los barrotes, sorprendido.

Es la caja que una vez Dana encontró en mi antiguo piso, la caja por la que me enfadé tanto cuando ella la cogió. Mi llave al infierno, la forma que tienen los demonios de volver a casa cuando quieran. Todos tienen una. Eyden no, al menos ya no. Nos contó una vez que la destruyó cuando decidió que quería vivir una vida de humanos.

-No puedo sacarte yo mismo de aquí, debo seguir fingiendo que no recuerdo nada. Pero mi caja, mi llave del infierno te sacará de aquí. Yo ya no la necesito, puedo entrar y salir a mi antojo.-le explico. -Usala en cuanto me haya ido de aquí con Lucifer, no notará tu ausencia.

-Gracias. -me dice y veo como sus ojos se empañan.

-Ve a casa de Amelie, si todo ha salido bien, para cuando llegues ya habremos acabado con mi padre.

Me giro dispuesto a irme cuando su voz me detiene.

-Siempre supe que me salvarías hermano.

Sonrío sin girarme y asiento. Sigo mi camino sin permitirme mirar atrás de nuevo, debo meterme en mi papel o me descubrirán. He resuelto lo de Eyden, ahora debo acabar con Lucifer y arreglar todo lo que he roto en la tierra. Y luego, luego por fin tendré esa aburrida vida con Dana.

Perdición (Inferno III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora