Trece de Abril.

22- Más.

Haltom

Después de dejar a Helena en su casa me fui a la mía a descansar, estaba despierto desde las seis y con el partido de hoy estaba realmente cansado, me quite todo el uniforme y solo quede en calcetas, ropa interior y me metí en mi cama a dormir hasta que sea la hora de ir por Helena.

Me levanté a eso de las seis de la tarde y por qué me entró una llamada, veo la pantalla de mi celular y me levanté rápidamente cuando ví el nombre de Helane en ella.

—Hola Muñeca— dije pasándome la mano por la cara e incorporándose en la cama.

—Hola...Eh... ¿Estabas haciendo algo?

—No para nada, estaba terminando de alistarme ¿que pasa?

"Madre mia, que mentiroso eres"

—No, no pasa nada— dijo Helena— solo quería decirte que voy a ir a casa de Chloe... Eh... No sé si podrías recogerme allá.

"¡Gracias a Dios! ¡Tienes tiempo de alistar te de verdad idiota!".

—Sí Muñeca, no tengo problema con eso, solo pásame la dirección.

—No es necesario, la siguiente cuadra que sigue de la mía al fina, la única cada amarilla.

—Entendido, nos vemos en diez.

—Esta bien.

Colgó el celular y juro por Dios que sentí entrar el aire por mis pulmones, una parte de mi creía que estaba molesta por qué no habia ido a buscarla y la otra muy diferente le se que iba a dejarme plantado. Me levanté lo más rápido que pude y me metí en el cuarto de baño, me duche súper parido y me vesto igual de rápido, me peine, tome mi cartera, mis llaves, baje y me freno Marthita a medio camino.

—¡NO!— dijo haciendo que saltará del sustos— ¡Tú tampoco vas a esa fiesta!¡Hoy es lunes! ¿Quien carajos hace una fiesta el lunes?

—Marthita yo no voy para esa fiesta— quedó totalmente descolocados.

—¿No?

—No.

—¿Y se puede saber a dónde vas?— me preguntó entrecerrando los ojos.

—Tengo una cita con Helena.

Marthita se llevó las manos a la boca y abrió su ojotes, en todo el tiempo que tiene Marthita conociendo me nunca había escuchado salir de mi boca que tenía una cita y no me sorprendió su reacción, al contrario, me causo mucha gracia.

—No sé qué decir Cristhobal.

—No tienes que decir nada, simplemente déjame salir y ya— Dije colocando en mi rostro la sonrisa más amplia que pudo salir de mi ser.

—¿A qué hora vuelves?— dijo mientras se cruzaba de brazos y encarnaba una ceja— Si es una cita se supone que llegarás a dormir ¿no?

—Exactamente— dije también cruzando me de brazos— Pero no se si llegué.

—Cristhobal eso conmigo no va.