31- Él y yo.

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Helena

"¿Preparada?".

Sí.

Cuando Haltom escucho el sí, sus pupilas se dilataron por el deseo, el mismo deseo que sentía yo.

El sujetaba mi panti con ambas manos, pero en vez de quitarme lo paso una mano al centro de mis entrepiernas tocando me por encima de el.

—¿Segura de que quieres hacer esto, amor?— me preguntó con voz grave.

"¡Hazlo! ¡Sí queremos".

Sí quería que lo hiciera así que asenti con la cabeza.

Él no espero más, ni pregunto más, se acercó a mis labios y me besó, puso una mano detrás de mi cuello la otra seguía aún en mis entrepierna y empezó a tocarme por ensima de mi pantis.

Les juro que iba a desmayarme de lo bien que se sentía.

"Y eso que solo está por ensima".

El marcaba un ritmo con sus besos y el movimiento de sus dedos que causaban que temblaran todos mis huesos.

¿Por qué demonios no había hecho esto antes?, es realmente encantador.

Él se despegó de mis labios y en menos de lo que pude reaccionar hizo mi pantis a un lado e introdujo lentamente un dedo en mi interior. Yo por otro lado no pude contener la expresión de dolor y satisfacción que me causo eso y el se dió cuenta.

—¿Te dolió?— me preguntó y yo asentí— ¿Quieres que lo saqué?.

"¿De que hablas? ¡No quiero que pares!".

Yo tampoco.

Así que negué con la cabeza. Él se acercó a mi labio inferior, lo jalo seductoramente, me miró a los ojos y continuo hablando.

—Voy a meter otro dedo, amor— me dijo mientras miraba cada detalle de mi cara de cerca.

Yo asenti y el siguió. Metió un segundo dedo y eso hizo que me doliera aún más.

Quise gritar pero me recordé de lo que habían dicho las gemelas hace una hora en el Aparcado de instituto así que por mi decisión mordí su hombro para contener un grito.

Al parecer no le molestó eso o lo disimulo de maravilla pero no me mostro ningún gesto de dolor alguno.

Él me miró a los ojos y empezó a mover de adentro hacía afuera sus dedos marcando un ritmo un poco más rápido que el de hace un rato haciendo que arquear a la espalda y me nublara de placer.

Tengo que admitir que me dolió más de lo que esperaba pero el placer cubrió el dolor por completo.

Empezó a bésarme el cuello y eso hizo que yo enterrará mis uñas en su espalda.

"Imagínate: Sus dedos dentro de mí, sus besos calientes en todo mi cuello y ese ritmo que marcaban sus movimientos eran...Válgame Dios".

Sí, yo estaba bloqueada de placer, no podía moverme, sus besos inmovilizaron mi rostro, sus rodillas presionaban hacia arriba mis piernas que estaba abiertas como un Lamborghini delante de él, la mano que sujetaba mi cuello se colocó al lado de mi cabeza para sujetar su propio peso. Me sentía tan vulnerable debajo de él, tenía el control completo de la situación, él sabía lo que estaba haciendo y lo hacía de maravilla. Empezó a acelerar sus movimientos, empezó a subir sus besos de mi cuello a mi barbilla, yo mordí con fuerza mi labio inferior y el me miró nuevamente.

Trece de Abril.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora