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KIA
Fue imposible para mí no soltar varias lágrimas de felicidad cuando bajé del podio y me encontré con Lucius, mucho menos cuando lo besé como si fuera la primera vez, el sentir que me rodeaba, su amor en sus ojos, el anhelo creciendo entre ambos, solo avivó todo lo que estaba sintiendo.
Así que sí, estábamos allí y al parecer, ninguno quería dejarse ir, habíamos elegido. Mi corazón necesitaba oír al suyo y el suyo, al mío.
La sensación de plenitud que me envolvió, fue brillante, estaba cumpliendo mi sueño y estaba con quien amaba, porque ahora podía decirlo con total libertad, estaba con quien ama, con Lucius Malfoy y con mi corazón. Draco.
Draco no quería soltarme, me sostenía, escondía su rostro en mi cuello y enredaba sus manitas a mis cabellos.
Así que cuando la muestra comenzó, me aparté hacia mi camarín con Lucius. Dejé a Draco con Esme, necesitando estar a solas con él.
Cuando cerró la puerta detrás de él, me volteó a mirar otra vez con el mismo brillo, como si fuera la primera vez.
-Me hiciste esperar tanto -murmuró- quería tanto que sintieras lo que yo.
-Tardé en aceptarlo, pero, Lucius, yo jamás quise ocupar el lugar de Narcissa, te amo y amo a Draco.
Negó lentamente, atropellando mis palabras mientras se acercaba y acunaba mi rostro. -Lo sé. Narcissa siempre será una parte de mí, de mi pasado. Pero mi presente es aquí, contigo y con Draco. Él te ve como una madre y debo aceptarlo, estoy contento de hacerlo. . . -hizo una pausa, apartando una de las lágrimas que caía por mi mejilla- siempre tuviste razón, aferrarse al pasado, es estúpido, Dante nunca debió hacerlo -sonreí, recordando ese libro- Dante debía volver, volver a enamorarse.
-Pero hay algo en lo me equivoqué -declaré, pasando mis brazos por sus hombros- debí romper las reglas antes, debí decir que te amaba esa noche, pero no importa ahora. Porque te amo.
Me sonrió antes de acercar sus labios a los míos, nos volvimos a unir en un beso largo que manifestaba cada sentimiento.
Aparté mis labios de los suyos, cuando sentí algo extraño en su hombro, lo miré confundida. Aparté la tela de su camisa y fue allí que vi sangre.
-Lucius - jadeé- ¿estás sangrando?
Me detuvo, tomando mis manos en las suyas. -Estoy bien.
-¿Qué sucedió?
-He peleado antes de venir hacia aquí, entraron a mi casa unos. . . Mortífagos.
Fueron largos minutos para que me calmase, estaba muy preocupada, pero me lo explicó, eran mortífagos que volvían a buscarlo y esta vez, quisieron tocar a Draco, así que Lucius reaccionó.
-¿Y qué pasará ahora? -cuestioné, limpiando la sangre de su herida. Él apoyó su mano sobre la mía, apretando mis dedos.
