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Era la tarde, Draco estaba en la escuela, Lucius en el trabajo y yo intentaba pintar un cuadro

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Era la tarde, Draco estaba en la escuela, Lucius en el trabajo y yo intentaba pintar un cuadro.

Hace días no lo hacía.

Aún estaba preocupada. Los días pasaban, se convertían en semanas y la verdad era que, Temía que la audiencia llegase.

Iba a dar una pincelada al lienzo en blanco, cuando Meraki maúlla a mi lado.

Pero no era un maullido dulce o intentando llamar mi atención, para él también pintar, sino que era malo, con un gruñido al final.

Lo miré y noté que sus ojos amarillos se posaban en la puerta del cuarto.

—¿Qué sucede, cariño?

Lucius había implementado medidas de seguridad para la mansión. Desde aquel día, cuando mortifagos los emboscadas aquí mismo, él se preocupaba hasta por el más mínimo detalle. Así que no podían entrar, nadie podría estar dentro.

Sabíamos perfectamente que los mortifagos no iban a descansar hasta volver a tenerlo en sus filas. Es decir, Lucius Malfoy, primer hijo de Abrax Malfoy, heredero de una de las fortunas más grande, poseedor de su propia fortuna y grandes puestos en el ministerio, y la cereza del pastel, jefe del departamento de autores, un mago brillante.

Lucius sería una buena pieza para la colección que necesita el señor Oscuro para volver a la vida.

Y en cuanto a mí, querrán que ocupe el lugar de mi hermano. Alguien de la familia Greengrass deberá hacerlo. Y la única en mi nombre, soy yo.

Esto era ahora, cuidarse las espaldas, entender que por tiempo, nada será fácil.

Tomé a Meraki en mis brazos, mi varita y con un suave movimiento abrí la puerta.

Empuñando la varita, abrazando al felino contra mu pecho, esperaba ver algún indicio de que alguien había estado allí.

Meraki salto de mis brazos y entonces lo vi.

Había una rata en el suelo, en medio del pasillo, allí, quieta, como si me observase.

Mi felino fue rápido, lo tomó entre sus dientes, la rata gris chilló y se desprendió de los dientes.

Fui rápida, pero la rata esquivaba los hechizos.

Eso no era una rata común y corriente.

Meraki no cazaba ratas, Meraki no gruñe, a menos que sea una amenaza.

Corrí hacia donde la rata estaba huyendo, pero ella solo se metió detrás de los muebles, Meraki la siguió, hasta que volvió sin rastro de ella.

Hice una mueca.

—Creo que era un animago —le dije, observando su reacción.

Se trepó hasta mi hombro, en donde maulló en respuesta.

𝐌𝐀𝐊𝐓𝐔𝐁༄___𝐿𝑈𝐶𝐼𝑈𝑆 𝑀𝐴𝐿𝐹𝑂𝑌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora