-¡Mira quien eres, valora la mujer que eres, deja de meterte con puro pistolera flaca!
-Ni tu ni nadie me dirá qué hacer de mi vida.
-¿Esto es lo que quieres ser? ¿Una corriente pistolera? Eres una Zambada, Lucero, no puedes acabar en la demencia y...
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Actualidad | Rancho "El Salado"
—Lucero ¿Se puede?—Mamá da tres golpecitos a la puerta. Isabella abre sus ojitos asustada pero pronto vuelve a dormir. Desearía tener la misma paz que tiene mi niña, en este momento solo soy un conjunto de nervios y emociones reprimidas.
Un peligro en potencia.
—Adelante.
—¿Cómo vas?—Mamá entra con una faja en sus manos y lo agradezco, justo lo que necesitaba para darle el toque final a mi outfit.
Mi vestido negro, ceñido al cuerpo y hasta la rodilla, con un corte en una pierna y un cinturón Gucci combinado con unos tacones altos, también negros, van a juego perfecto con la ropita y mantita rosa bebé de Isa.
Mamá me ayuda a ponerme la faja y mientras termino de arreglar mi cabello, juega con su nieta.
Maldigo cuando por cuarta intento hacerme ondas pero no me sale, mis manos tiemblan a medida que el tiempo transcurre y que se escuchan camionetas llegar.
Estamos en uno de los ranchos de la familia, el más usado para fiestas debido a su ubicación.
—¿Estás nerviosa mi niña?—Mamá se acerca para mirarme a través del espejo, dejo caricias en mis hombros cuando niego.
—No sé qué tan buena idea sea esto.
—Tu papá siempre sabe lo que hace, tiene todo bajo control.
—¿Había necesidad de hacerlo conmigo también?
—Tu, en esta organización, eres tan importante como tus hermanos
—¿Mis hermanos? ¿Los que dicen que soy una simple pistolera?—Ella no dice nada—¡Vicente hoy me trató de puntera!
—Están nerviosos también, ellos sufrieron mucho al verte perdida por ese muchacho y luego... no hay un día que no se hayan sentido culpables.
—¿Y creen que esto es fácil para mí? Meses escondiéndome para que no supieran de mi embarazo, ¿para que finalmente papá vuelva a hacer tratos con ellos?
—Lucero...
—¿Realmente creen que Néstor la va a ver y no hará nada?
—Niégasela.
—¡Pues claro que sí! Con uñas y dientes pelearé por mi hija, ya perdimos uno, no le daré la oportunidad de otro. Pero Néstor es Néstor, mamá.
—¡Lucero! ¡Patico, bajen!—Papá nos manda a llamar y no queda otra que enfrentar la realidad.
Cargo a Isa, no se despegará de mí ni un segundo, sólo estaremos un rato y luego nos regresamos al cuarto, estos no son ambientes para ella.
Al llegar a la sala me encuentro con papá esperando en la salida a mamá.
