-¡Mira quien eres, valora la mujer que eres, deja de meterte con puro pistolera flaca!
-Ni tu ni nadie me dirá qué hacer de mi vida.
-¿Esto es lo que quieres ser? ¿Una corriente pistolera? Eres una Zambada, Lucero, no puedes acabar en la demencia y...
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Una semana después | Culiacán
"Semana treinta y dos"
°°°
—Hasta que a la reina zambada se le ocurre aparecer.—Ruedo mis ojos al bajar de la camioneta y desde el jardín exterior de la casa de mi papá, oír a mis hermanos molestarme.
Rodeo la Defender Blanca que le tomé prestada, sin permiso, a mi novio y baja a mi niña la cual está roja de tanto gritar enojada.
—No chingues, Serafín—Respondo cuando sigue molestando.
Me cuelgo la pañalera en un brazo, en el otro a la plebe desmadrosa que dice ser mi hija y mando a bajar su carriola.
—Hasta que se dignaron a venir a verme mis princesas—Dice mi papá.—Ayúdenla, cabrones.
—Y vino solo porque tenemos que hacer el resumen, sino sigue de luna de miel por el viejo continente.
—Tu si eres mitotero, Gordo—Me quejo mientras me garra la pañalera. Pinche vivo.
—¿Te fuiste a Europa y no me trajiste regalo?—Dice mi papá sorprendido.
—Aquí está su regalito—Le entrego a su nieta.
—¿Y por qué llora así? ¡¿Qué le hiciste, Lucero Isabel?!
—¡Nada apá! Pero su nieta quiere venir escuchando los corridos de su papá y yo no quiero.
—¿Y por qué no? ¿Por qué me la haces sufrir así?
—Papá la plebe tiene que escuchar La Vaca Lola y esas madres, no va a salir bélica—Él hace un gesto negando—Además un día estuve llore y llore para que me llevara a Ciudad de México con usted y me mandó a la fregada, no sea alcahuete de la niña.
—¿Y cómo no? Si mira lo chula que está.
—Hola, mi amor—Mamá sale de la casa al escuchar a Isabella. Me abraza y luego besa mi vientre.—¿Cómo están?
—Ahí vamos—Digo tomando asiento. Tener ya ocho meses de embarazo y una niña de casi un año me agota.
—¿Cómo vas con la fiesta?
—Estaría mejor si tuviera a su madrina ayudándome. ¿Por qué nadie me da respuestas sobre Teresa?
Hace una semana habíamos regresado a México y tocó ponerme a organizar la primer fiesta de cumpleaños de mi princesa. Entre una mezcla de emociones, nostalgia y tristeza pues no sé cuando mi bebé creció tan rápido y una mezcla de sentimientos al no poder contactarme con mi carnalita Tere. Su número daba apagado, como si la tierra se la hubiera tragado.
