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Actualidad | Caracas, Venezuela

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Actualidad | CaracasVenezuela

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—No hacía falta que le dispararas a esos dos últimos guachos, Lucero, no hacían nada—Pancho me dice con desaprobación subiéndonos a mi avioneta.

Suelto una risita inocente.

—Pues no hubiesen salido a patrullar—Él ya no dice nada, tantos años a mí lado ya conoce cada lado de mi personalidad.

Y en este momento todo me vale, sólo quiero llegar y abrazar a mi niña, ver que su papá la cuidó bien y tener un poco de paz. Y si para eso me tengo que llevar conmigo un par, pues no me cuesta hacerlo.

Una vez en el aire y tras relajarme, mi cabeza duele tanto que me obliga a cerrar los ojos e intentar dormir, tenemos un largo rato de vuelo.

—Lucero—Abro mis ojos y apunto con mi arma hasta reconocer a mi jefe de seguridad.—Ya llegamos—Asiento y cuando noto que estoy en una camioneta sé que llegamos directamente a la propiedad.

El agobiante calor de Venezuela me abraza pero nada me interesa. Sólo quiero verlos.

—¿Néstor?—recorro la sala, la cocina y los pasillos del exterior hasta que la voz de Néstor me hace correr otra vez adentro—Mi amor—Sin dudar voy hasta ellos y con cuidado los abrazo. Fue tan grande y repentino el operativo que por momentos dudé lograrlo.—¿Están bien?

—Estamos bien, estamos perfectos gracias a ti—Susurra acariciando mi mejilla, seca mis lágrimas y me sonríe orgulloso—Que chingona que es mi mujer.—Vuelvo a abrazarlos y tomo a Isa en mis brazos, la arrullo, la beso y respiro su olor a bebé otra vez.—Gracias morra, todo ese desmadre... Nunca dudé de ti pero tampoco pensé que lo harías por mí.—Voy hasta el sofá para darle pecho a Bella, él se sienta a mí lado con unas copas con jugo fresco.—Los hice yo mismo mientras te esperaba.

—¿Si te das cuenta que a ti te traicionaron, verda?

—Desde el momento que me dijeron que checara tus redes supe que algo estaban haciendo en mi contra.—Frunzo mi seño. Pinches perros.—Pero no te concentres en eso, Isa sufrió mucho todo esto.

Asiento acariciando su mejillita mientras le doy de comer, en silencio ambos la miramos, nuestra hija parece hipnotizarnos con un gesto tan simple como estar comiendo. Nini besa mi sien y me abraza por los hombros atrayéndonos a él, por mí parte aun tengo tanta adrenalina que el nudo en mi estómago me hace sentir débil y estar apoyada en su pecho, entre el calor de sus brazos, me da un poco más de tranquilidad.

Suelto el aire contenido y cierro mis ojos. Hecho hacia atrás mi cabeza descansando en su hombro, él me abraza mejor y así pasamos un buen rato, los tres disfrutando de la paz en nuestro nuevo escondite, e Isabellita disfrutando su comida, claro.

La China | El Nini 09|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora