-¡Mira quien eres, valora la mujer que eres, deja de meterte con puro pistolera flaca!
-Ni tu ni nadie me dirá qué hacer de mi vida.
-¿Esto es lo que quieres ser? ¿Una corriente pistolera? Eres una Zambada, Lucero, no puedes acabar en la demencia y...
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Dos semanas después | Cayo de Agua
°°°
—¡Néstor dame mi coco!
—No, este sí esta bueno—Lo persigo al pinchi Nini por el puerto.
Después de dos semanas mis hermanos decidieron venir a visitarnos, tomando todas las medidas de seguridad, por lo que hoy sería un día en familia en el mar.
—¡Néstor quiero mi coco!—Él se ríe mientras yo ya quiero llorar. Hace dos semanas quería tomar agua de coco y cuando lo consigo, Nini me lo arrebató porque el jugo que él se compró no le gustó.—Te aprovechas que no te puedo dar en la madre por traer la niña.
Él alza sus hombros, en una mano trae el porta bebe, en otro la pañalera y como puede se ebbe mi agua.
Desde el yate que rentamos nos miran Vic y Sera.
—Ira Chente, no se mataron todavía.
—Me debes mis cien varos.
—¿Qué apostaron?—Digo llegando a saludarlos.
—Si tu le metías un plomazo al Néstor en dos semanas, yo ganaba cien varos—Dice Vicente—Y si él te lo pegaba a ti, yo se lo pegaba e él—Nosotros reímos pero a Néstor no le hace mucha gracia.
—¿Todavía quieres tu coco?
—Obvio—Él me lo pasa pero ya está vacío, no me tardo demasiado en aventárselo mientras se ríe.
—Ya deja de quejarte, vamos a comprar otro.
—¿Me cuidas la niña?—Sera asiente, encima de la bebé están mis cuñadas y Pato.
—No se tarden que ya partimos.
Caminamos unos metros hasta que nos encontramos un señor vendiendo cocos. Nos acercamos a él.
—Deme uno para mi esposa.—Néstor elije el coco, lo paga y me lo entrega bajo mi mirada juzgadora.—¿Qué tienes? Ya te repuse tu coco.
—¿Tu esposa?
—Pues sí—Dice con simpleza—Que yo sepa, nunca nos divorciamos.
—Pero a mí no me pediste nada, sólo nos llevamos bien.
—¿Llevarnos bien?—Deja de caminar.
—Ay no Nini, no hagas un drama—Sigo caminando hasta que veo que no piensa acompañarme. Lo espero hasta que lentamente se digna a acercarse mirándome mal.
—¿Llevarnos bien?—Repite—Eso no me decías todas las veces que te hice el amor.
Muerdo mis labios recordando todas las veces que caí en sus encantos en estas dos semanas pues la carne es débil y Néstor es insistente.
