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Una semana después | Venezuela

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Una semana después | Venezuela

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—En dos días es el Cosalazo, Lucerito.

—Ya sé—Digo haciéndole un puchero a la pantalla de la Mackbook. Estoy en videollamada con Sera, ya que ambos estábamos aburridos. Isabella quien ya cumplió más de dos meses, se durmió hace un rato y me dejó terminar con mi trabajo pendiente. Ahora estoy cocinando y para ignorar el silencio y tranquilidad que hay en la casa desde que Néstor no está, Sera me hace compañía.

—¿No pueden escaparse un ratito?

—Pues sí podríamos pero no puedo llevar a Isa al Cosalazo.

—¿Cómo no? Si puedes.

—No la voy a exponer a eso, no es ambiente para una niña.

—¡Yo la cuido!—Escucho de fondo y Tere aparece con bolsas en sus manos intentando saludar.—Al cabo que yo no quiero ver al innombrable, no iba a ir—Hace referencia a un ex novio que trabajo para los plebes.

—No lo sé—Sería mucho tiempo, no me convence, aunque ya extraño mis tierras.

—Pinchi Tere, prefiero tenerte enamorada que dolida, vas a dejarnos en la quiebra si sigues comprando cosas de marca.

—Oh que la.. ¿Para qué lavo mi propio dinero entonces?

—Ya déjala, Sera. Si trabaja es para darse sus gustitos—Él rueda los ojos pero me hace caso.—Oye ¿No han sabido algo de Néstor? Hablamos ayer pero hoy ya no me contestó.

—¿Preocupada por tu hombre?

—La neta sí. Nunca se levanta sin pedirme una foto de la bebé.—Confieso cuando ya la angustia me va ganando.—Yo sabía que no tenía que ir solo.

—¿Quién no tenía que ir solo y a dónde?—Levanto la mirada de la pantalla encontrándome con Néstor mirándome con una sonrisa.

—Mi amor—Digo yendo hacia él—Me pegaste un sustote—Hago un puchero que él besa cuando me abraza por la cintura. Lo abrazo más fuerte y acaricia su cabello, corroboro que esté bien y me separo para volver a la llamada con Sera.

—¿Llegó tu príncipe?

—Si te refieres a Néstor, sí.

—¿Néstor? Si bien escuché que le dijiste mi amor, cabrona—Los colores suben a mi rostro y me hago la desentendida.—te dejo así se contentan. Sólo usen protección, Chabelita está pequeña como para darle otro hermano.

—Ay Serafín, ni que los dieras tu a luz.

—¿Entonces si le darías otros?—Me susurra Nini posándose detrás de mí. Siento todo su cuerpo y su olor casi fundirse con el mío.

La China | El Nini 09|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora