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Actualidad  | Ciudad de México"Semana dieciocho"

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Actualidad  | Ciudad de México
"Semana dieciocho"

°°°

Mi México lindo y querido me recibe otra vez.

Me fue imposible evadir el tener que regresar.

No puedo creer estar haciendo esto que por tanto tiempo me negué. Decido tomarlo como una inversión y no un sacrificio.

Si soy accionista de esta multinacional, así sea con un porcentaje mínimo, podré vivir a gusto toda mi vida y legalmente dejarle un patrimonio a mis hijos.

Pero por supuesto que en un futuro la maña y la sangre me llama y me encantaría crear más empresas propias donde poder lavar dinero como me enseñaron mis hermanas.

Sin embargo me les torcí y terminé de narcotraficante cobarde, huyendo de Dios y medio mundo.

 Ya no más bajar del avión se siente hasta el ambiente distinto. No hay nada que se le compare el volver a tus raíces.

Por supuesto que después de firmar los contratos iré al primer puesto de tacos y chucherías y me atascaré en tacos y dulces. En tres meses y tres semanas de embarazo no sufrí ningún síntoma, solo algún que otro mareo y náusea que instantáneamente se iban pero los antojos, esos sí han estado más presentes que el papá del niño.

Bueno, pensar en ese chiste me da una punzada en el pecho pero cada quien bromea y hace con su dolor lo que puede.

Me subo al carro que me espera en la pista, traer escoltas y camionetas blindadas detrás ya no se verá tan extraño, según la identidad que utilizo desde que cumplí mi mayoría de edad y comencé a hacer negocios, soy una joven holandesa que sus padres abandonaron para ser empresarios mexicanos que fueron rápidamente a la quiebra, mis abuelos quienes me criaron me dejaron toda su herencia y en cinco años me encargue de triplicarla.

Y hoy, multiplicaría inimaginablemente mi verdadera fortuna, aquella que me heredero el señor del sombrero. Mi mayor orgullo, Ismael Zambada.




(...)

El placer que me da el volver a saborear la comida mexicana me da un pequeño mareo. Gimo de gusto y pido otra orden de tacos. Estoy sentada con Pancho y Manuel que me miran divertidos.

—¿Y ustedes no comen o qué?

—Sí claro—Ellos me acompañan.

—Esta bien riquiquiuts—Digo bebiendo de mi agua. Miro a mi alrededor, nadie nos mira en aquel puestito pero sí me siento perseguida, trato de ignorar aquello y lo hago cuando me sirven más comida.

Tomo los dorilocos y me doy el tiempo necesario para saborearlos. Que delicia.

—Tranquila mija, te vas a atorar. Ni que te hubiésemos hecho pasar hambre oiga.

La China | El Nini 09|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora