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Actualidad | El Salado

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Actualidad | El Salado

"Últimos ocho capítulos"

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—¿Es que será que realmente ya no me quieres y no me lo quieres decir?

—Néstor, ya tuvimos esta discusión ayer.

Bufo rodando los ojos y me concentro en el camino. Nos dirigíamos al rancho de mi papá en El Salado, haríamos una comida familiar simplemente para convivir.

—Y sigo sin entenderte.—Niego.

—Como no eres tu el que carga nueve meses y luego las veinticuatro horas dle día todos los días para el resto de su vida con nuestros hijos, no lo entiendes.

—¿Estás diciendo que tus hijos son un peso para ti?

—¡En lo absoluto! No cambies mis palabras Néstor Isidro.

—¿Entonces?—Aprieta el volante de la camioneta y se detiene a un costado del camino de terracería.

—Simplemente que no hace una semana que nació nuestro hijo y no quiero correr el riesgo de hombro embarazo. Te cuidas tu, em cuido yo o nos cuidamos ambos.

—¿O sea que no quieres más hijos conmigo?

—Por ahora no.—Él asiente y vuelve a encender la camioneta enojado—Hace más de un año que no puedo trabajar como quisiera, yo también me dejé de lado por ser madre y no es malo querer darme un tiempo para mí cuando Junior sea más grande.

—¿Un tiempo? ¿Te vas a separar también? ¿Es que acaso ya no me deseas? Por eso me dices panzón.

Hecho mi cabeza hacia atrás rendida, no hay caso con este hombre.

Desabrocho mi cinturón y aprovechando que nuestros hijos duermen, me siento sobre sus piernas.

Sé que hace el esfuerzo por contenerse y no poner sus enormes manos en mi cintura, lo noto cuando traga con fuerza y respira hondo. Sus ojos se desvían unos segundos hacía mi antes de fijarse en el paisaje.

—Mírame—No lo hace—Néstor—Me sigue ignorando. Tomo sus manos y las poso en mi trasero acomodándome mejor sobre él. Al traer vestido puedo sentir el bulto entre mis piernas y a quien ahora le cuesta pasar saliva es a mí.—Te amo igual o más que antes, te deseo más que nunca—Admito dejando besos en su cuello—Si fuese por mí ahora mismo hago el amor contigo, quiero tenerte y sentirte conmigo todo el día. Para mí te has convertido en algo hasta más adictivo que el mismo fentanilo.—Beso sus mejillas y luego sus labios.

Él suspira y masajea mis glúteos. Me muevo sobre él con movimientos lentos y circulares, me gusta verlo así, sin poder actuar, controlándose.

—No hagas eso, no sé si lo voy a aguantar, mi amor.—Dice en mi cuello el cual besa haciéndome cerrar con fuerza mis ojos.

La China | El Nini 09|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora