Capitulo 37. Siempre cubriré tus espaldas bichito.

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Pedri

Salgo de la habitación sabiendo que Brenda está mejor pero con mal sabor de boca al haber discutido con Gavi, siento que me he pasado pero que a la vez tengo razón, pero sobretodo me arrepiento porque ahí donde veis a Gavi tan duro es el típico al que le afecta todo el doble y se come la cabeza.

Abro la habitación encontrándome a Grecia con las manos en su barriga y apoyando la cabeza en la pared, al oírme la baja y me mira.

—¿Que ha pasado? —pregunta y camino hacia ella negando—

—Nada —miento—

—Has tardado mucho. ¿Me coges?

—Si mi vida.

Alzo mis brazos para que me abrace y enrolle las piernas en mi para después sentarme en la cama, apoyar mi espalda en las almohadas y a Grecia en mi pecho.

—¿Que te pasa? —pregunta cuando sube su cabeza a mirarme—

—He discutido con Gavi.

—¿Que dices? —dice incorporándose sorprendida—

—Da igual, no preguntes.

—¿Estás bien?

—Mm —asiento—

—¿Ha sido por mi culpa?

—Que va, no tiene nada que ver.

—Pero si vosotros nunca discutís...

Me encojo de hombros sin querer entrar en detalles porque me preocupa más nuestra situación sentimental. La abrazo contra mi y me incorporo con ella en brazos.

—Vamos a cambiarnos de habitación.

—¿Por?

—Por si vomitas, vamos a una con baño.

—Estoy muy bien así ahora, no me quiero mover.

—Pero estás mal.

—Creo que estas mal tú —me dice mirándome a los ojos y niego— además...

—¿Además que? —digo viendo como se piensa lo que va a decir—

—Que no estás afeitado.

—¿Por eso no me das besos? —digo sonriendo y mirando sus ojos cuando frunce el ceño—

—No es por eso.

—¿Y porque no me das besos?

—¿En la boca? —pregunta inocente—

—Ajá.

Su mirada cae en mis labios tentándome pero veo como hace su típica cara de morros para después esconderse en mi cuello.

—Da igual.

—Ey, dímelo. ¿Que pasa?

—Nada.

—Pues bésame —digo cogiendo su cara obligándola a que me mire y niega— dime que pasa entonces y no me mientas.

—Estoy malita no me apetece discutir —dice en tono de niña y vuelve a esconder su cabeza en mi cuello—

—¿Así que discutir? —asiente—

—Lo que pasa es que ahora estoy insegura.

—¿Insegura de que?

—De que alguien más haya besado tus labios.

—Ya...¿Y por eso no me besas?

—Pues sería comerme sus babas.

—¿Puedes dejarte de tonterías?

Nankurunaisa - Pedri González Donde viven las historias. Descúbrelo ahora