Capitulo 55. Quiero probarte.

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Pedri

Es lunes otra vez. Y aunque dicen que los lunes son lo peor, para mí no hay tanta diferencia. Siendo futbolista, la semana pasa rápido, y al final todos los días se parecen entre sí. Aun así, no puedo evitar sentir esa pequeña pesadez en el cuerpo cada vez que empieza la semana. Es como si el cuerpo supiera que es lunes, aunque el calendario no importara tanto en este mundo.

Hoy entrenamos temprano, y aunque a veces cuesta arrancar, tengo que admitir que me gusta empezar el día así. El campo está fresco, el sol todavía no pega demasiado.

Gavi está a mi lado, como siempre, pero últimamente lo noto diferente. Lo veo con más energía, más metido en cada jugada, más rápido en las decisiones. Mientras yo lucho por sacudirme la pereza del cuerpo, él parece que ya ha arrancado desde el minuto uno. Corre de un lado a otro, presiona como un loco, y no para de hablar, de reírse, de animar a los demás.

—¡Vamos, Pedri! —me grita de repente, con esa sonrisa traviesa—. ¡Que hoy nos comemos el campo!

No puedo evitar sonreír, aunque esté medio muerto por dentro. Gavi siempre ha sido así, pero últimamente parece que va al doble de velocidad. Lo admiro por eso, por esa energía inagotable que tiene, como si nunca se cansara de jugar, de mejorar, de vivir el fútbol. Me contagia, aunque no lo quiera admitir.

Seguimos entrenando, y aunque mi cuerpo se queje, sé que al final siempre me gusta estar aquí. Me enfoco en el balón, en los movimientos, en estar presente en cada pase y cada sprint. Pero cada vez que miro de reojo, ahí está Gavi, metido al cien por cien, como si el lunes no existiera para él.

—Tío, ¿qué te pasa últimamente? —le pregunto entre risas cuando por fin tenemos un respiro—. ¿Te estás tomando vitaminas o qué?

Él solo se ríe, empujándome con el hombro.

Lo miro con una mezcla de envidia y admiración, pero al final, me alegro de tenerlo a mi lado. Si él puede sacar esa energía en un lunes, ¿por qué no yo?

De repente, escuché la voz de Xavi, nuestro míster, llamando a Gavi desde un lado del campo.

—¡Gavi, ven un momento! —gritó.

Gavi dejó de correr al instante y, sin pensarlo dos veces, se dirigió hacia Xavi. Lo vi alejarse del grupo mientras nosotros seguíamos con los ejercicios. Mi mente volvía al balón, pero no pude evitar echar una mirada de reojo, curioso por saber qué estaba pasando.

Desde la distancia, notaba cómo Xavi hablaba con Gavi, su tono firme pero relajado. No parecía que lo estuviera corrigiendo, más bien todo lo contrario. Se inclinaba un poco hacia él, con esa mirada que Xavi tiene cuando está reconociendo un buen trabajo. Por los gestos, era evidente que lo estaba felicitando, señalando su actitud en el campo. Veía cómo Gavi asentía con la cabeza, con una sonrisa de satisfacción.

"Se lo merece", pensé. Gavi ha estado enchufadísimo estos días, y aunque siempre lo ha dado todo, últimamente su energía era algo que no pasaba desapercibido. No era solo su intensidad, era su buena actitud, su forma de empujar al equipo, de mantenernos vivos.

Mientras tanto, yo seguía entrenando, sintiendo una pequeña chispa de motivación extra al ver cómo lo estaban reconociendo.

—Tío, ¿has visto a Gavi? —me dijo Ferran, respirando hondo mientras se secaba el sudor de la frente—. El chaval está imparable últimamente.

Asentí, todavía mirando hacia donde Xavi seguía hablando con Gavi.

—Sí, está como una moto. No sé de dónde saca tanta energía —le respondí, medio en broma, medio en serio.

Nankurunaisa - Pedri González Donde viven las historias. Descúbrelo ahora