Capítulo 11: Bollo grande y bollo pequeño

141 22 4
                                    

Al final, se demostró que la huelga de hambre realmente funciona.

Luzu fue eficiente e inmediatamente envió la dirección de Rubius al teléfono celular de su hermano, seguido de un montón de preguntas tratando de satisfacer su naturaleza chismosa, que Samuel naturalmente ignoró.

Esta vez sin necesidad de que el azabache dijera nada, en el momento en que Pequeño Tesoro vio a su padre recoger su abrigo y las llaves del auto, inmediatamente hizo lo mismo y se puso a su lado.

Samuel miró a su hijo al lado de su pierna y luego, impotente, lo levantó.

—No habrá una próxima vez.

Después de que Rubius regresó de la audición, se refrescó antes de dirigirse al supermercado a comprar ingredientes para un estofado, algunos snacks y cerveza.

¡Había ganado la batalla y debería celebrar de alguna manera!

Una sola persona comiendo estofado era triste y realmente había llegado a su máximo nivel de soledad.

Sin embargo, él siempre había estado solo, así que estaba acostumbrado.

Justo después de empezar a calentar la olla y terminar de preparar los snacks, sonó el timbre.

"¿Quién podría visitarme a esta hora?"

Rubius abrió la puerta con curiosidad y se sorprendió.

En la puerta de su casa estaba Samuel con un elegante traje debajo de un gran abrigo negro. En sus brazos llevaba un bollo, que sostenía una colorida cesta de frutas.

 En sus brazos llevaba un bollo, que sostenía una colorida cesta de frutas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¿Qué clase de combinación extraña es esta?

—¿Señor de Luque?— Rubius se sintió muy asustado—¿Por qué viniste aquí? Es bastante tarde. ¿Pasa algo?

—Para verificar tu salud— Respondió secamente el mayor.

"¿Verificar mi salud?"

¿Visita personalmente su casa a altas horas de la noche y trae a Pequeño Tesoro con él?

Solo fue una pequeña caída...

—Ah, señor de Luque, es muy amable. Por favor entre. Le pido disculpas porque mi casa está un poco desordenada— El rubio no pudo procesar la situación lo suficientemente rápido. Se sintió extremadamente nervioso cuando los invitó a pasar y rápidamente arregló lo que pudo, metiendo revistas debajo del sofá y su ropa esparcida debajo de la cama—Siéntate donde quieras, ¿Quieres algo de beber? ¿Qué tal té con leche?—Trató de adivinar qué querría Samuel, pero era demasiado misterioso para descubrirlo.

—Está bien— El azabache asintió con la cabeza, su expresión lo hacía parecer un soldado informando algo a sus superiores.

Rubius hirvió un poco de agua para el té y sirvió un vaso de leche para el bollo.

Samuel estaba apretujado torpemente en el angosto sofá de la sala de estar con un bollito sentado al lado.

La pareja de padre e hijo no solo se parecían físicamente, sino que incluso sus expresiones parecían iguales.

Ambos eran inexpresivos.

Silencio...

La escena se volvió incómoda.

Cuando Rubius vio esto, quiso llorar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando Rubius vio esto, quiso llorar.

"En serio, ¿para qué vinieron estos dos aquí?"

En ese momento, la olla comenzó a sonar y un tentador olor a picante llenó el aire.

Para romper el silencio, Rubius preguntó casualmente:

—¿Ya cenaron? Preparé un estofado, ¿les gustaría comer conmigo?

Samuel:

—Está bien.

Pequeño Tesoro asintió con la cabeza.

¿Él solo estaba siendo amable, pero los dos respondieron tan rápido sabiéndolo?

Uno era un CEO y el otro era un jóven maestro. ¿Qué manjares y delicias no habrían probado a lo largo de su vida y, sin embargo, corrían a su casa para comer con él un estofado picante de plebeyo?

Rubius se sintió avergonzado por las pobres ofrendas.

Pero como él ya se los había ofrecido, solo podía llevarlos a la mesa y sacar otros dos juegos de tenedores y tazones.

—La base de la sopa que compré es bastante picante ¿Pueden soportar la comida picante?— El ojiverde preguntó inquieto.

Samuel:

—Sí.

Pequeño Tesoro volvió a asentir.

Bueno…

Ning Xi trajo los ingredientes preparados.

Samuel no comía mucho picante y, en su mayor parte, cocinaba verduras para ellos en casa; sin embargo, a Pequeño Tesoro le encantaba la comida picante tanto como a Rubius, y los dos no podían dejar de comer una vez que sentían el picante en sus bocas.

Después de un tiempo, el rubio se sintió preocupado.

—¿No es malo que los niños coman demasiada comida picante?

—No es tan débil.

Al escuchar esto, Rubius no dijo nada más.

—¿Cómo estuvo la audición?—La máquina silenciosa y fría finalmente tomó la iniciativa de hablar primero.

El ojiverde se sorprendió, pero se recuperó rápidamente y respondió:

—¡Fue un éxito, por eso preparé esta fiesta de estofado esta noche!

Samuel levantó su taza.

—Felicidades.

¿Quién hubiera imaginado que el primero en felicitarlo sería Samuel de Luque?

Consigue un hijo y adopta un esposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora