Rubius regresa sediento de venganza contra su hermano, quien le arrebató todo: sus padres, su novio, sus sueños y su vida. Pero la revancha se complica cuando debe esquivar cada malévolo plan de su hermano. En un giro inesperado, al caer en una de s...
—Esto... ¿no es demasiado inapropiado? ¡Si Pequeño Tesoro quiere verme, puedo venir en cualquier momento a visitarlo!
Samuel parecía cansado mientras se frotaba la frente.
—Hay demasiados factores impredecibles involucrados aquí. Especialmente si por la noche hubiera una situación de emergencia, sería demasiado peligroso para ti acelerar hasta aquí nuevamente. Y debido a mi posición, no es conveniente seguir llevando a Pequeño Tesoro a tu hogar. Sé que esta es una solicitud problemática, pero todavía, como padre de Titi, espero que puedas aceptarla.
A Rubius le dolía la cabeza.
Si el azabache hubiera intentado usar su poder para pedirle esto a la fuerza, él lo habría rechazado rotundamente y luego se habría ido, pero estaba preguntándole con tanta seriedad, sin pensar en absoluto en su propia identidad y posición. Sin mencionar que, ante tanta belleza suprema, ¡cómo era posible decir que no!
De pie a un lado, Luzu miró fijamente a su hermano.
¡Asombroso!
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Quién hubiera imaginado que su hermano podría usar una técnica tan sofisticada, convirtiendo una desventaja en una ventaja que eliminaría todos los obstáculos en el camino para conquistar a Rubius.
La existencia de Titi ya no era su debilidad, sino ahora su mayor oportunidad.
De repente hubo un fuerte golpe.
Pequeño Tesoro saltó de la cama asustado y derribó la lámpara de la mesita de noche.
Cuando vio a Rubius, el miedo en los ojos del niño disminuyó y corrió como una flecha hacia él.
El miedo intenso en esos ojos le rompería el corazón a cualquiera que lo viera.
El ojiverde rápidamente se inclinó.
—Cariño, ¿por qué estás despierto?
El pequeño apoyó su cabeza contra él y sus pequeños brazos lo abrazaron con fuerza alrededor del cuello, sin soltarlo.
—Está bien, el tito está aquí. No tengas miedo, no tengas miedo...—Rubius le dio unas ligeras palmaditas en la espalda. Podía oler un dulce aroma a leche en él y sus emociones se volvieron un poco complicadas.
En realidad, evitaba acercarse a los niños, así que ¿por qué no podía sentir lo mismo cuando se trataba de Titi?
El rubio convenció al niño para que volviera a dormir antes de cerrar suavemente la puerta del dormitorio y salir.
Se dio cuenta de que los sirvientes ya habían limpiado el desorden en la sala de estar de abajo.
Como se esperaba de los sirvientes de la familia de Luque; no sólo eran eficientes, sino que también estaban bien capacitados. Todos sabían y sentían mucha curiosidad por la visita del rubio; aun así, nadie le dirigió una segunda mirada ni se atrevió a decir una sola palabra de chisme. Solo se dedicaron a sus asuntos y se fueron en silencio.
Samuel notó que había salido, pero no dijo una palabra para presionarlo. Él sólo lo miró en silencio.
Rubius estaba dudando. Pero pensó en la expresión que el pequeño había puesto cuando él no le soltó la manga y finalmente cedió a sus sentimientos. Respiró profundamente antes de hablar.
—Muy bien, señor de Luque. Aceptaré su solicitud. Considérelo como si le pagara a Pequeño Tesoro por salvarme la última vez.
Samuel estaba visiblemente relajado.
—Gracias.
—El pequeño podría despertarse en cualquier momento, así que parece que no me iré esta noche, pero todas mis cosas están en mi apartamento...—Rubius estaba preocupado.
—Eso no será un problema, haré que alguien vaya a buscarlos— dijo el pelinegro y luego le ordenó algo al mayordomo quien inmediatamente se retiró.
Luzu, que no había dicho una sola palabra en todo momento, quedó atónito por lo rápido que había escalado la situación.
Entonces… ¿así de fácil ahora estaban viviendo juntos?
—¿Todavía necesitas algo?— Samuel miró al castaño.
—¡No! Yo...¡Me voy ahora!—La tercera rueda que fue eliminada por su propio hermano se fue rápidamente.
Había pensado que Rubius era feroz, pero su hermano tampoco era un debilucho.
Finalmente se dio cuenta de que el azabache no era tan despistado cuando se trataba de perseguir omegas. Era solo que durante los últimos 32 años, simplemente nunca se había dejado llevar...
Samuel llevó al Rubio a una habitación al lado de la de su hijo.
—De ahora en adelante, puedes quedarte aquí. Encontraré a alguien que venga a redecorarlo al estilo que quieras.
—Rubius agitó las manos en señal de protesta.
—No es necesario, no es necesario. Solo viviré aquí por unos días, no es permanente. ¡Redecorar es demasiado problemático!
—No es problemático.
El pelinegro tomó un gran juego de llaves del mayordomo, quien había regresado, y se las entregó.
—Estas son las llaves de la casa. Puedes entrar y salir cuando quieras. La entrada principal usa un código de acceso, 591414. Esta es la llave del ático, debes llevarla contigo ya que es el escondite favorito de Pequeño Tesoro, así que le gusta robarlo. Esto es…
Al ver que Samuel estaba a punto de darle la llave de la caja fuerte de su casa, Rubius lo interrumpió.
—Espere, espere, espere, espere... ¡Señor de Luque, está siendo demasiado confiado! ¿No tiene miedo de que le robe?
—¿Qué quieres? Encontraré a alguien que te ayude a llevártelo— Samuel estaba completamente serio; No parecía que estuviera bromeando en absoluto.
