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Isar guardó silencio. Parecía un poco desconcertado. Lo miré con los ojos entrecerrados.

—No tienes que decírmelo. —dije lentamente—. Sólo déjame preguntarte una cosa.

Isar me miró con los ojos hundidos. Mientras les devolvía la mirada con calma, algo de claridad pareció regresar a ellos.

—Vamos, pregúntame. —dijo—.

—¿Odias al duque?

—Sí. —dijo. No dudó en absoluto.

Había acertado. Scarlett no fue la única golpeada en esta familia. Fue casi sorprendente pensar que sólo me había dado cuenta ahora. Después de todo, había dos niños en la mansión. Debido a que me había concentrado sólo en huir. ya que no quería tener nada que ver con esta familia arruinada, tardé en darme cuenta de la verdad.

—¿Qué tanto? —Le pregunté a Isar.

—Me gustaría que desapareciera.

Cerré mis ojos. En ese momento, otro recuerdo en vídeo de la novela se estaba imponiendo en mis pensamientos. Me enteré de que el duque no sólo había golpeado físicamente a Scarlett, sino que también le había dicho que no era más que una humilde campesina y que era mejor que permaneciera en silencio porque era alguien cuya propia madre no podía amarla. Él le había dicho que no podía hacer nada. También había bebido de una botella verde que llevaba el símbolo de Lycos See y golpeó brutalmente a la joven Scarlett con ella.

Abrí mis ojos. Isar temblaba en silencio. Lo abracé fuertemente con una expresión sombría.

***

Tres figuras se encontraban en la enorme cueva negra en las tierras de Arman, cerca del Bosque de los Monstruos.

Sonó una voz distorsionada, como clavos en una pizarra.

—¿Se ha preparado la ofrenda?

Una de las voces respondió en voz baja: —Nos enfrentamos a una situación difícil. El niño Rashahel ha huido. Pensé que lo había convencido.

—¿La ofrenda ha huido? —preguntó bruscamente la voz distorsionada.

—Eso está bien. Hay otro hijo de Arman que se adaptará a nuestros propósitos. Por supuesto, he preparado uno de repuesto. —aseguró la voz susurrante.

—Me imagino que mataste al que huyó.

—Fallé.

Silencio.

—Pero ya debe estar muerto. De la manera más dolorosa. —dijo la voz susurrante.

—Eso pensé. —dijo la voz grotesca.

—A menos que encuentre otro Rashahel que se quede a su lado, y además un descendiente directo, no hay forma de que pueda sobrevivir.

—Debe haber muerto en las tierras de Arman.

—Si está muerto, ¿a dónde habría ido a parar ese pequeño poder?

—No quedan más Rashahels.

Las tres figuras, que resultaron ser los líderes de los magos oscuros, contemplaron el asunto durante un rato. Aun así, no pudieron idear una respuesta.

Los Kalior, los Rashahel y los Arman, las tres familias que habían heredado los poderes de los dioses, fueron quienes habían sellado al dios demonio, una magia que los magos oscuros estaban tratando de deshacer. Específicamente, fueron sus poderes los que lo hicieron. Era irónico que necesitaran esos mismos poderes para romper el sello.

ScarlettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora