⚜️Capítulo 55⚜️

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Cuando siento su calor por estar entre sus brazos me despierto

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Cuando siento su calor por estar entre sus brazos me despierto.
Abro mis ojos y me volteo hacia la derecha tras mi espalda. Me encuentro su mirada preocupada. Pero su mirada que me trae calma.

Creo que podría vivir así, perdida en sus ojos por siempre.

Él toca mi cabello y suspira. Estamos en una de las carpas que los soldados pusieron para yo poder descansar y estar protegida del frío. Sus ropas están sucias y con sangre, huelen a metal y agua salada.  Pero... adoro ese aroma. Su aroma. Una mezcla de vida y muerte.

Tomo su rostro y lo beso con lengua en silencio bajo las sábanas, me las arreglo y subo a sus piernas para besarlo mucho más cómoda, él las aprieta con fuerza y me pega a su cuerpo. Cuando me siento satisfecha con sus besos pongo mi cabeza en su pecho y cierro los ojos. Siendo sus dedos como juega con mis cabellos. Su respiración está en mi nuca y me brinda bienestar.

—¿Ganamos?— Le pregunto con los ojos cerrados aún sobre su pecho.

— Más o menos— Alzo un poco mi cabeza para verlo, pongo mi mentón sobre mis manos y lo miro sin él dejar de jugar con mi cabello— Se retiraron luego de que una ola se tragara dos barcos— Ahora me mira con una ceja alzada, pero no parece molesto, sino más bien divertido.

Me levanto de su pecho pero aún estoy sentada en sus piernas estando él acostado y acomoda sus manos bajo su cabeza mientras me mira.

— Nadie me vio, lo juro.

Sonríe de medio lado.

— Lo sé, pero no lo hagas más por favor. No quiero que te pase nada malo. Además, aunque no te hayan descubierto quedaste exhausta. Recuerda que no dormiste bien, mejor dicho, no dormiste.

Mis mejillas se ponen rojas y ya esa cosquilleo en mi entrepierna vuelve a aparecer por recordar el motivo de mi desvelo.

No se si contarle lo que me pasó, es que no quiero preocuparlo ni darle más problemas. Y pensando ahora en lo que me dijo. Tal vez mi cuerpo estaba exhausto y por eso falló mi magia.

Su mano toca mi mejilla y me sobresalto un poco.

—¿Qué pasa?— Me pregunta.

— Nada— Sonrió y tomo su mano para depositar un beso y volverla a ponerla en mi cachete.

— Es que te perdiste en tus pensamientos y...

Mi estómago ruge de tal manera que hace un eco en todo el espacio. Bajo la mirada con vergüenza.

— Tienes hambre.

— No, para nada.

Cedric se ríe con la boca cerrada. Pasa su mirada por todo mi cuerpo y sus manos van hacia mis piernas.

— Bueno, no importa cuando vuela a palacio haré que me preparen cordero guisado con papas.

—¿Cordero?— Pregunta con una ceja alzada.

Esposa virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora