Mi nombre es Zetaree. Soy la princesa Imperial de Nirvania de Norte. Y me acabo de casar.
Me he casado con La Muerte. El hombre más temido y despiadado de este continente. Este matrimonio se suponía que sería mi ruina. Pero no estoy dispuesta a acep...
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Llegamos pasadas las 12 de la noche pues el reino quedaba algo lejos sin embargo, que fuera de madrugada no había sido sinónimo de una modesta bienvenida. Me había quedado dormida casi todo el viaje, pero cuando entramos a la frontera de Flogodir Lucila me despertó. Llegando al Palacio abrí un poco la ventana de cristal de mi lado del carruaje y miré hacia afuera.
No puedo evitar sentirme nerviosa y con temor cuando vi su inmenso escudo en la entrada del Palacio. Cuando vi la figura de la mujer dorada en el centro. La misma que se ha aparecido en mi sueño mas de una vez.
Entrando los carruajes a las murallas del Palacio se escucharon unas trompetas anunciando nuestra llegada. Nos detuvimos y en ese mismo instante abrieron la puerta del carruaje. Unos guardias con los uniformes blanco y verde oscuro nos ayudaron a bajar. En la entrada del palacio nos recibieron la guarida real. Ellos nos escoltan hacia la sala de coronación. Abren las puertas de la sala y vemos en el trono a la Reina Gilda y a un joven delegado y con ojeras bajo sus ojos leyendo un libro muy concentrado. Hacemos una reverencia ante la reina y ella baja de la plataforma con ayuda de un anciano que al parecer es el Sumo Sacerdote del reino.
— Bienvenidos a Flogodir. Es un honor tener al príncipe de Nirvania con nosotros. Gracias por aceptar nuestra invitación al baile de otoño.
Cedric mira a la reina con la cabeza en alto.
— El honor es todo nuestro su Alteza. Hemos traído unos regalos en señal de agradecimiento. — Cedric mueve su mano y sus guardias dejan frente a él y la reina dos baúles. Los guardias los abren mostrando oro, joyas y pieles exóticas. La reina sonríe mirando los regalos, luego le sonríe a Cedric.
— Siento que mi esposo; El Rey, no pueda recibirlos. Ha estado muy enfermo.
— Hemos escuchado en el Sur sobre el estado de salud de su esposo Alteza. Y quiero expresar mi más sentido pésame por su actual situación. También hemos oído hablar sobre su hijo. El joven príncipe Gian. Se está preparando para ocupar su lugar.
Cedric no pierde tiempo. Miro a Lucila con el rabillo del ojo. Ella está seria.
La reina sonríe. Se voltea un poco hacia el trono donde está sentado el chico.
— Gian. — Lo llama con tono demandante. El chico deja el libro que está leyendo y mira a su madre. Ella le señala su lado.— Ven aquí.
Le ordena al joven. Él suspira y deja el libro en el trono. Baja los escalones y se para al lado de la Reina con la mirada baja. Sonríe incómoda y le da un codazo.
— Saluda Gian.
Le pide por lo bajo nerviosa. El chico hace una reverencia y finalmente alza sus ojos. Pasa rápido su mirada por todos los presentes. Luego choca con mis ojos y los abre. Me mire de arriba a abajo y sonríe. Se acerca y toma mi mano. Se arrodilla y besa el dorso de mi mano. Alza sus ojos hasta mi cara que ahora está roja.